Por Alejandro Mondragón
Los 15 minutos de berrinche que todo perdedor/a tiene a derecho a ejercer, después de una contienda interna de definición de candidaturas, está por convertirse en una tragedia para los partidos.
Y eso ocurre en el PAN con rémoras incluidas y Morena, en la que el proceso de elección de sus cartas para legisladores y alcaldías ha sido más que tortuoso.
Denuncias de venta de candidaturas, manipulación de encuestas, favoritismo y hasta acoso sexual, se han convertido en la tónica, de la cual los partidos políticos saldrán peor librados.
Los apetitos del poder exhiben a aspirantes derrotados capaces de todo con tal de boicotear los procesos.
¿Con qué cara se presentarán al electorado?
Ahora demás de corruptos salieron cochinos, esdrújulos.
Ya lo vimos en el pasado reciente que un proceso interno contaminó la elección del 2019 en Morena y acabó por levantar al contrincante y perder la zona metropolitana de Puebla.
El responsable es conocido: Alejandro Armenta Mier, el senador, quien incluso utilizó delincuentes, como El Grillo y compañía, para impedir que Luis Miguel Barbosa fuera el candidato y a la postre el gobernador.
En este proceso los ánimos están más que caldeados. En aras de ganar son capaces de todo, sin importar el daño a largo plazo que traerá para su propio partido en la elección constitucional.
Los perdedores/as van por descarrilar a su propio partido, mientras las dirigencias demuestran que han sido rebasadas, sin que nadie lo remedie.
Es jugar con cerillos en pleno incendio, pero eso no importa, si pierdo que salgan derrotados todos.
En tanto, los ciudadanos nada más ven cómo se destrozan internamente.
