Por Valentín Varillas
Marko Cortés Mendoza, el hoy hijo favorito del panismo nacional, el responsable de llevar a buen puerto al partido de cara al reto electoral más importante en su historia moderna, acaba de darle un golpe mortal a su credibilidad y congruencia.
Considerar siquiera la posibilidad de abrir las puertas del blanquiazul a los aspirantes de Morena que no logren colarse a alguna candidatura es una locura.
Un auténtico suicido político.
Sobre todo en un momento en el que, lejos de centrarse en la conformación un proyecto serio que sirva como base a la oferta política que venderán este año, se han centrado únicamente en los yerros y errores de los gobiernos y representantes populares emanados, precisamente del Movimiento de Regeneración Nacional.
Si son tan malos gobernando, legislando, operando programas y políticas públicas, ¿para qué carajos considera la posibilidad de integrar a Acción Nacional a quienes, directa o indirectamente, son parte de lo que todos los días, con tanta intensidad, señalan y critican?
¿No se supone que tendrían que privilegiar a su mejores cuadros?
A los propios, a los congruentes con su ideología y principios, con su visión de país.
¿O es que no los hay?
Y es que, la declaración del líder panista parece ser un muy explícito reconocimiento de la falta de liderazgos, militantes y simpatizantes capaces de ser competitivos en un proceso electoral como el que viene.
Si esto es verdad, qué fatalidad para la derecha nacional y qué fiasco de dirigencia es la que encabeza.
Si no lo es, su invitación se convierte en una artera falta de respeto a quienes llevan años de intenso trabajo al interior del partido, picando piedra, poniéndose el overol y cumpliendo al pie de la letra con la meritocracia interna, con tal de ser considerados como aspirantes a un cargo de elección popular.
Una auténtica mentada de madre.
Por eso, a varios grupos de panistas les cayeron como bomba sus palabras.
Algunos, los menos, se pronunciaron ya públicamente en contra de entregar candidaturas a actuales miembros de Morena.
Otros, los más, esperarán con prudencia que lleguen los tiempos adecuados para el inevitable ajuste de cuentas.
Y juran que serán implacables.
Que no tolerarán un nuevo fracaso electoral y que están listos para dar un golpe de timón.
Mientras, los fantasmas de la fractura y la división, amenazan con debilitar todavía más al partido.
Por cierto ¿qué pasó con los perfiles ciudadanos que iban a ser considerados como posibles candidatos?
¿Cómo les va con eso?
Porque en la invitación a Morena pareciera también que estos personajes sin partido no están muy seguros de integrarse a la oferta política de Acción Nacional.