Por Alejandro Mondragón
Se le viene la noche al puntero de las encuestas para la alcaldía de Puebla: Eduardo Rivera Pérez.
En el CEN del PAN es un secreto a voces que su grupo ejecuta lo que tanto prometió combatir: las prácticas morenovallistas.
Rivera Pérez quiere imponer a todos los candidatos a las diputaciones locales si él va de abanderado a la alcaldía, cuyo Cabildo, además, debe ser totalmente afín a su causa.
Oponerse a ceder espacios para otros en la capital, lo ha llevado a tener enfrentamientos con diversos liderazgos, incluyendo la dirigencia local.
Eduardo además enfrenta señalamientos claros de actos anticipados de campaña, pues sus presencia diaria en medios de comunicación, disfrazadas de colaboraciones, representan una ventaja frente a quienes buscarán la misma posición.
Puede hablar de las consecuencias del tirar el chicle en el piso o las propiedades del agua de chía, pero el punto no es el tema, sino la presencia mediática.
Las autoridades electorales seguro emitirán una posición al respecto. Y la pregunta es ¿quién lo va a defender en el PAN?
Rivera también tiene otro conflicto por enfrentar. Las dirigencias nacionales del PAN, PRI y PRD negocian alianzas locales en diversos estados del país, donde se busca, particularmente, recuperar la plaza.
El PRI ha comenzado a ceder algunos lugares, pero ha pedido la gubernatura de Baja California Sur y la alcaldía de Puebla para dejarle al PAN otros espacios que hoy requiere garantizar para ganar.
Al líder nacional del PAN, Marko Cortés, le interesa su reelección, la que también está en juego. Y si el partido obtiene victorias, entonces se allanará su camino, lo que significa que tampoco meterá las manos por Rivera Pérez.
Y para rematar, la imagen presidencial de Andrés Manuel López Obrador se ha ido recuperando en Puebla, lo que significa buenas noticias para Morena y malas para quienes en el PAN creen que la elección sería un día de campo.
