Por Rodolfo Rivera
Parafraseando un clásico cinematográfico (que yo vi asombrado con mi padre) de los 70´s del siglo pasado (“Cuando el Destino nos Alcance”, título en español de “Soylent Green”, estelarizada por Charlton Heston y en la que se narraba la crisis alimentaria del siglo XXI que llevaría a los seres humanos a comer sus propios cadáveres industrializados), en nuestro país, el destino nos alcanzó, en al ámbito de la industria petrolera.
El mundo del siglo XX fue el de la revolución industrial teniendo como combustible el petróleo y los automóviles moviendo al mundo capitalista. Estados Unidos de América construyó su desarrollo justamente poniendo al automóvil y las carreteras como motor de su economía (además de ferrocarriles y aviones).
Los países que hallaron petróleo en su subsuelo y en el fondo de sus mares a lo largo del siglo pasado, se volvieron potencias emergentes, tuvieron recursos para desarrollarse y sus habitantes empezaron a tener niveles de vida con comodidades que antes no habían disfrutado.
En México el petróleo (nacionalizado por el Presidente Lázaro Cárdenas en 1938) empezó a mover la economía a partir del fin de la Segunda Guerra Mundial, pero sobre todo a partir de los años 60´s y sobre todo 70´s y 80´s del siglo pasado. El “boom” petrolero (hallazgos de cantidades inimaginables de petróleo submarino en todo el Golfo de México) hizo que el Presidente José López Portillo llegara a exclamar satisfecho que México era rico y que ahora “habría que aprender a administrar la abundancia”.
Y efectivamente, entre los años 70´s y el fin del siglo XX, México produjo y vendió crudo al mundo (E.U.A. como principal cliente siempre) por cientos de miles de millones de dólares. PEMEX se convirtió en la principal fuente de ingresos gubernamentales y eso provocó dos cosas: 1. Relajación en el cobro de impuestos (el gobierno tenía dinero de PEMEX y no se aplicó en su momento en mejorar su recaudación, provocando la existencia de millones de evasores fiscales que lógicamente hoy NO quieren pagar lo que nunca pagaron). Y 2. Una inmensa corrupción y despilfarro de todos los recursos que ingresaban al país producto de las exportaciones petroleras.
PEMEX se convirtió en la caja chica (bien grande) de los Presidentes de la República, Directivos de la paraestatal y por supuesto de los líderes sindicales que, literalmente, saquearon a la empresa durante décadas. ¿A dónde fueron a parar los cientos de miles de millones de dólares de la industria petrolera mexicana? ¿Para desarrollar infraestructura, los mejores puertos, aeropuertos, carreteras, Hospitales, policías y Universidades o escuelas?
Para nada. Se fueron en robos descomunales por parte de Presidentes, Directivos, líderes sindicales y desde luego en altísimos sueldos de todos los empleados de la paraestatal.
Líderes sindicales que eran capaces de gastar en un día un millón de dólares en Las Vegas en los años 80´s, como “Chava Barragán” y Joaquín Hernández Galicia “La Quina”. Pero también al día de hoy TODOS los líderes seccionales del sindicato petrolero son potentadillos propietarios de casas, edificios y ranchos en sus zonas de origen. Y el hasta hace poco líder nacional Carlos Romero Deschamps, quien es millonario propietario de yates, autos de súperlujo y demás extravagancias.
Y además, al menos 6 o 7 de los últimos Directores de PEMEX terminaron trabajando para empresas multinacionales que favorecieron en su momento con contratos en la paraestatal (Carlos Ruíz Sacristán, Adrián Lajous, Luis Ramírez Corzo, Jesús Reyes Heroles González-Garza, Juan José Suárez Coppel y desde luego Emilio Lozoya Austin).
Total. Para no hacer el cuento más largo: PEMEX hoy está literalmente quebrado.
Porque se formó la tormenta perfecta.
Primero, los recursos que debieron haber sido utilizados para reinvertir y desarrollar Refinerías para fabricar nosotros mismos nuestras gasolinas, fueron despilfarrados y robados por políticos, directivos y sindicato. Hoy las instalaciones petroleras son chatarra auténtica. PEMEX vende petróleo pero compra gasolinas caras. Pésimo y absurdo negocio.
Pero lo peor. Y aquí es cuando el destino nos alcanzó.
El petróleo se tenía y tiene que acabar en el mundo. Es un recurso no renovable que estará dispuesto otra vez dentro de varios miles de años. Por ese motivo, los científicos se pusieron a desarrollar tecnologías que ya no usen los combustibles fósiles, tantito por que se van a acabar tarde o temprano y tantito porque contaminan y es muy cara su extracción (hoy hay aún inmensas cantidades de petróleo en México, pero sale más caro extraerlo que utilizarlo). El uso del petróleo ya va de salida. Y muy pronto (los autos eléctricos son ya una realidad en todo el mundo).
Y la gota que derramó el vaso en esta enésima crisis petrolera mundial fue el maldito coronavirus.
Ante la baja demanda por la desaceleración de la industria mundial, los países de la OPEP tuvieron que bajar la producción pero ni así han podido detener la caída de los precios del barril de hidrocarburo, que la semana pasada llegó a cotizarse increíblemente en números negativos.
El crudo mexicano está hoy a poco más de 10 dólares el barril, cuando se cotizó a más de 40 en el Presupuesto de Ingresos de la Federación para este 2020. En otras palabras, el Gobierno tendrá que reducir sus ingresos al menos 60%, con todo lo que implica para Estados y Municipios. ¿De dónde va a sacar el dinero que le hace falta para poder seguir con obras, programas y servicios para todo el año?
Solo hay dos vías. Aumentar la recaudación fiscal (en un momento en que está paralizada la economía por la pandemia y no solo no pueden pagar impuestos las empresas, sino que están cerrando). O endeudarse con los organismos financieros mundiales. Ni a cuál irle.
El fin de semana, el Presidente López Obrador propuso un decreto para que 18,000 empleados de PEMEX se bajen el salario un 25% (hay miles –en serio miles- que ganan desde 50,000 hasta 154,000 pesos mensuales, más que el propio Presidente). NO hay de otra. PEMEX quebró y NO hay de dónde pagar a toda esa bola (en la que no dudo que haya gente trabajadora y decente… liderados por bribones y rateros) que se acostumbró a un altísimo nivel de ingresos.
No quiero ver la reacción de todos ellos (paros, protestas, cierres de plantas).
Sí. El destino los alcanzó (a los petroleros).
Y nos alcanzó como país.
No sé cuándo empezaremos a producir el mentado Soylent Green.
GULP!!!!