Por Valentín Varillas
A lo que un día fue el morenovallismo, no le gustó la versión oficial del accidente aéreo en donde murieron Martha Érika Alonso y Rafael Moreno Valle.
El informe dado a conocer por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes federal, fue hecho pedazos por quienes en su momento fueron parte del grupo político del ex gobernador poblano también desde varios frentes relacionados con el panismo en general y por sus aliados políticos.
No consideran creíble que una supuesta y reiterada falta de mantenimiento de la aeronave, haya sido la causa por la que se precipitó en caída libre aquella tarde de nochebuena.
Sienten que la conclusión es una salida fácil por parte del gobierno de la República a un tema sumamente polémico y que se utiliza como efectivo distractor de la opinión pública, en un momento muy complicado para el país
Están en todo su derecho de indignarse y expresar este malestar públicamente.
Faltaba más.
Qué lástima que no tuvieron una reacción similar en el 2014, cuando su jefe político le dio la orden a su entonces gatillero -titular de la PGJ- Víctor Carrancá, de darle forma a la más aberrante versión oficial en la historia de la procuración de justicia en el país:
La del caso Chalchihuapan.
No les importó que las instituciones públicas poblanas fueran manipuladas para encubrir a los policías estatales que habían asesinado al niño indígena José Luis Tehuatlie Tamayo.
Inventaron escenarios increíbles, recurrieron a la manipulación de pruebas, a la tergiversación descarada de la verdad, con tal de que los policías estatales responsables de su muerte no fueran llevados ante la justicia.
Y los que hoy reclaman, ni una palabra dijeron.
Sin pudor alguno, se echó a andar una estrategia para vestir con el traje de la delincuencia a los habitantes de Chalchihuapan, a la madre del menor y hasta al niño asesinado.
Se les tachó de desestabilizadores, de terroristas, de haber buscado intencionalmente la muerte de José Luis, para tener por fin “su muertito”, aquella víctima que a través de su martirologio iba a darle fuerza a sus reivindicaciones.
En su aberrante cruzada, acusaron a Elia Tamayo de ser una mala madre y utilizando un burdo fotomontaje, se le criticó salvajemente desde distintos frentes, por supuestamente haber llevado a su hijo al bloqueo.
Los que hoy claman justicia y se victimizan, jamás mostraron la menor empatía por esta mujer que acababa de sufrir el peor dolor que cualquier ser humano puede imaginar: la pérdida de un hijo.
Simplemente, les valió madres.
La mentira oficial sobre el asesinato de José Luis, tenía que ser avalada, aprobada, defendida y aplaudida por decreto.
Nauseabundo.
Afortunadamente, quedaron exhibidos en sus mentiras y manipulación, gracias a que la CNDH les corrigió la plana.
Por lo menos.
Hoy, ya todo cambió.
La vida de los defensores de la “teoría del cohetón” dio un giro radical, contundente, demoledor, en lo público y lo privado, a partir de aquel accidente cuya versión oficial -mucho más creíble que la de Chalchihuapan- se niegan a creer.
Paradojas de la vida.