28-03-2024 06:32:23 PM

Limpiando la plaza huachicol

Por Alejandro Mondragón

 

Dos décadas bastaron a Pancho Guizar, veracruzano avecindado en Puebla, para convertirse en El Rey de las Gasolinas.

 

Era considerado uno de los principales ordeñadores de combustible en el país. “De peón de Pemex pasó a transformarse en parte de la poderosa élite económica del norte”, escribe la periodista Ana Lilia Pérez en su libro “El Cártel Negro”.

 

Construyó una franja de ductos en Tabasco, Oaxaca, Jalisco, Sinaloa, Durango, Puebla, Estado de México, Querétaro, Hidalgo, Guanajuato, Veracruz, Tamaulipas y Coahuila. Su influencia creció de la mano de los gobiernos panistas y priistas. Fue intocable.

 

Financiero de campañas electorales y piedra angular de los equilibrios en el mercado negro de los hidrocarburos, Pancho Guizar gozaba de protección de grupos de los Zeta y la Familia Michoacana.

Fue el creador del modelo de involucrar a todos en el negocio: personal de Pemex, empresas distribuidores, centros de depósitos de la gasolina, construcción de casas para ocultar las tomas, vigilancia de familias en las comunidades, cuyos hijos servían de halcones. Claro, todos con la protección del poder político que financiaba.

 

Hace unas semanas salía de su casa en Lomas de Angelópolis, manejaba solo su camioneta, cuando un comando lo ejecutó. Lo asesinó y acabó con la leyenda del Rey de la Gasolina.

 

Todo apunta a que ante la pérdida de protección política del panismo y priismo, los grupos que estaban “controlados” comenzaron a disputarse las plazas. El caso Puebla es más que evidente.

 

Otros grupos afines al morenovallismo creen tener el poder para deshacerse de sus antiguos aliados, hoy adversarios.

 

Y desde los ductos de la impunidad que construyeron limpian las plazas. Quieren mantener su predominio, además de controlar un mercado, como el de las gasolinas, en crisis ante el desplome de los petroprecios.

 

Que lo que quede sea solo de ellos. Han regresado a Puebla personajes que en el pasado reciente incluso estuvieron en la cárcel y salieron libres. Vienen a imponerse.

 

Al final, tras el helicopterazo, sólo la afición por los gallos los unía.

 

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