Por Valentín Varillas
Hoy se inaugura una nueva forma de hacer política en Puebla.
Otros liderazgos, diferentes maneras, distintos usos y costumbres.
Este radical cambio responde a la voluntad mayoritaria de los poblanos, que repudiaron un modelo que quedó atrás y que en su momento pretendió eternizarse en la cumbre del poder local.
Por lo mismo, semejante transformación, que tendrá que abarcar desde el estilo personal de gobernar, hasta las prioridades en el ejercicio de la actividad pública, por su potencial trascendencia, viene acompañado de enormes expectativas.
La esperanza de que, efectivamente, la próxima administración estatal cumpla con lo prometido en campaña y sea capaz de atender aquellos rezagos importantes heredados por los que ya no están, hace que las exigencias sean mayores y la paciencia mucho menor.
De ahí el reto de empezar a dar resultados de inmediato.
Justo o no, en función de esa capacidad de cambiar de inmediato la percepción de los poblanos en términos de la efectividad del gobierno, dependerán las evaluaciones a Miguel Barbosa y su equipo.
Poco, muy poco durará aquello de culpar a administraciones estatales por errores u omisiones del pasado.
Eso ya quedó atrás.
Y aunque es un factor real que impide la consecución de objetivos en el corto plazo, en el imaginario colectivo del ciudadano, esto ya no es suficiente como auténtica justificación de la inacción gubernamental.
Lo anterior se comprueba con los resultados obtenidos en la pasada elección extraordinaria, en lo que a los principales municipios gobernados por Morena se refiere.
Distritos en donde el partido no pudo ratificar los triunfos obtenidos apenas un año antes y en donde el porcentaje de votación cayó en picada.
La lectura es simple: los habitantes de estas demarcaciones esperaban más, mucho más de los gobiernos de la llamada Cuarta Transformación.
Y otra vez, más allá de analizar si esto es justo o no, esta es la forma real en la cual están reaccionado los poblanos ante el cambio político que se vive en nuestro estado y en nuestro país.
En ese espejo tendrá que verse el próximo gobernador.
Y no solo en un tema de evaluación o imagen en lo personal.
También en lo político.
En menos de dos años vendrán ya los procesos electorales para elegir autoridades municipales y renovar también el pleno del congreso del estado.
Esto será fundamental para definir la segunda parte de la administración de Miguel Barbosa.
¿Con quiénes y de qué signo político va a co-gobernar?
No es un asunto menor.
Hay tanto en juego, que no podrán darse el lujo de perder tiempo o cometer errores mayores.
Así lo exige esta novedosa y a la vez cruda realidad.
Ojalá que todo camine de acuerdo a lo planeado, antes que nada, por el bien de Puebla.