Por Jesús Manuel Hernández
Con el anuncio de cuatro voceros y cero despidos, Claudia Rivera Vivanco reapareció como en fiesta de quinceañera, rodeada de sus chambelanes. El patio central del Palacio Municipal fue el escenario elegido para el llamado internamente “relanzamiento” de la autoridad municipal.
Y ahí se escucharon sus palabras. Habló de su vocación, de su apego a la causa, de su reconocimiento al movimiento, de venir de las bases y de su entrega a Puebla.
Y nadie duda de esas premisas. Nadie ha dudado que Claudia Rivera tenga en mente a Puebla 24 horas del día, pero sí se sospecha y con muchos argumentos, de su inexperiencia para gobernar y para elegir a sus colaboradores.
Y este es el verdadero problema. Ella inexperta y quienes le ayudan a gobernar también inexpertos. Todos honestos, eso sí, nadie lo duda, o al menos no hay sospecha todavía.
Para MORENA la presencia de Claudia en la Presidencia Municipal no ha sido un asunto cómodo, al contrario, demandó al más alto nivel la necesidad de un blindaje especial para que no se viera, que los reflectores no la enfocaran, dicho de otra forma, los medios se olvidaron de ella por dos meses.
Pero por qué hacerlo, de dónde la necesidad. Simplemente los números en la capital estaban de cabeza para MORENA y sus aliados, y la mayor carga del descalabro estaba en la nula o mala actuación de Rivera Vivanco.
Quien podría ser uno de sus principales activos ha empezado a verse como una carga para la 4T poblana. El relanzamiento sin duda abre espacios a la gestión, pero los resultados tendrán que ser inmediatos, porque antes de que se dé cuenta la relanzada presidenta, tendrá que leer su primer informe de gobierno.
El tiempo, la inexperiencia y los “amigos” que la rodean, constituyen los principales riesgos de la agenda local.
O por lo menos, así me lo parece.