Por Alejandro Mondragón
El último coletazo del moribundo aparato que se consolidó en la etapa dorada del morenovallismo se sentirá en las próximas semanas de campaña electoral.
Unos se han ido a entregar al barbosismo para mantener su status quo, otros se han refugiado en la fobia hacia el candidato de Morena.
Es lógico. A nadie le gusta perder sus privilegios o verlos decrecer, luego de que apostaron todo por un proyecto que murió con el helicopterazo de Los Moreno Valle.
Se juegan todo, porque está en marcha el desmontaje del andamiaje jurídico y legal que se construyó para un modelo de negocios, que tenía como eje articular todo para la Presidencia del 2024. Y eso, simplemente, ya no existe.
A las leyes Bala, de expropiaciones, devolución de facultades a juntas auxiliares, recuperación de atribuciones a Ayuntamientos en manejo de espectaculares, habrá que sumar la revocación de notarías, nombramientos de magistrados del Tribunal Superior de Justicia, reclasificación de deuda y la joya de la corona: la concesión del Soapap.
A ello se comprometió el puntero de las encuestas, por lo que sus detractores seguirán con el fuego interno (Alejandro Armenta y Ricardo Monreal, aliados de los intereses nacionales del morenovallismo) y externo por la vía de Enrique Cárdenas y los panistas que saben que después de perderlo todo, es mejor quedar sin nada.
Empresarios, gasolineros, industriales y organismos patronales que recibieron canonjías ahora se suman en nado sincronizado para detener al puntero. Crean foros a favor del candidato del PAN, PRD y Movimiento Ciudadano para contrastar en ausencia a Barbosa.
El PRI ya vive sus estertores por anclar la campaña y a su candidato en la figura de Mario Marín, quien enfrenta ahora a la justicia por el caso de Lydia Cacho, 14 años después.
Todos contra Barbosa es la apuesta en lo que resta de la campaña, donde se vale desde machacar con su salud hasta desempolvar los archivos periodísticos de la elección pasada.
El problema de fondo no es otra cosa que aún con los embates, las encuestas que saldrán en los próximos días reflejan que los números no se mueven. Han impacto en redes y el círculo rojo (caso Armenta), pero en el imaginario colectivo se mantiene la idea que a Barbosa le robaron la elección pasada.
Viene una sacudida, de eso, ni dudarlo.