28-03-2024 06:30:22 AM

Demonios en Puebla

Por Jesús Manuel Hernández

 

Dicen que le dieron un pitazo, que le avisaron para que tomara precauciones y que más que rápido consultó con sus abogados de confianza. Hubo intercambio con otro de los implicados en el tema, con los demás se ha perdido la relación hace tiempo.

Kamel Nacif vive fuera de México, algunos lo ubican en China, los demás están en Puebla donde según parece los demonios andan sueltos.

La orden de aprehensión liberada el pasado jueves por una juez federal contra el ex gobernador Mario Marín y su entonces Director de la Policía Judicial, Adolfo Karam, junto a Kamel Nacif y el policía Juan Sánchez Moreno, destapó nuevamente la cloaca y vuelve los reflectores al grupo que perdió frente al morenovallismo.

Las repercusiones sin duda serán notables, máxime cuando el candidato del PRI al Gobierno de Puebla, Alberto Jiménez Merino, se adivina muy cercano a Mario Marín; más, si las conexiones que algunos investigan llegaran a ser confirmadas y donde algún neo militante de MORENA estaría también implicado.

“Los demonios del edén” de la escritora Lydia Cacho, personaje que detona el escándalo de las grabaciones por su detención y posterior maltrato, está destinado a ser un libro que persiga al exgobernador y todo lo que toque.

Y es que propios y extraños saben de las bondades que obtuvo Marín en aquel entonces de parte de algunos ministros gracias a los buenos oficios de dos o tres personajes, uno recientemente fallecido, otro en activo y uno más, alejado del marinismo desde hace 10 años. Pero la ex ministra de la Corte ahora es muy cercana a la 4T.

Polvos de viejos lodos, venganzas a distancia, construcción de tramas y estrategia muy definida que surge en el momento en que todos daban por cerrado el caso.

Pero no es así, la llevada al cine del libro de Lydia Cacho recibirá una fuerte promoción con esta orden de aprehensión.

Y mientras, hay que observar las sonrisas de algunos que ven en este escenario la oportunidad de matar a dos pájaros con una piedra.

O por lo menos, así me lo parece.

 

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