Por Valentín Varillas
El presidente de México es un auténtico fenómeno político.
Arrasó en la elección de julio pasado y a 100 días de su gobierno, a pesar de las enormes expectativas y retos que se generaron a partir de su victoria en las urnas, está lejos de sufrir un desgaste en imagen, como consecuencia del ejercicio del poder público.
Al contrario.
Sus bonos suben como la espuma en términos de opinión pública y goza de una envidiable aceptación de 8 de cada 10 mexicanos.
El nombre López Obrador es sinónimo de legitimidad, tanto en el ámbito electoral, como en el de las acciones de gobierno.
Ni duda cabe de lo anterior.
Sin embargo, este gobierno tan aplaudido en lo doméstico, genera grandes interrogantes más allá de nuestras fronteras.
Mientras aquí en el país se liga automáticamente la imagen de Andrés Manuel con el término “democracia”, en otros lares tienen severas dudas sobre el compromiso democrático del grupo que ha ascendido a lo más alto del poder político nacional.
En este sentido, hace un par de días, la periodista Shannon K. O´Neil, le dedicó su columna que publica Bloomberg al inicio de la ya famosa 4T.
En el texto, se presenta una óptica completamente distinta sobre la realidad del país, a la que se maneja en la retórica oficial.
Ahí, se interpreta que medidas como la intentona de reducción de salarios al poder judicial, el recorte en presupuestos de organismos autónomos y la firma de contratos por asignación directa, lejos de abonar a la “austeridad republicana”, lo que buscan realmente es una concentración cada vez mayor de poder.
Lo mismo con la desaparición de intermediarios para la entrega de recursos con vocación social como los destinados a la operación de las estancias infantiles, la disminución de salarios de la burocracia federal para sustituir perfiles de la pasada administración por incondicionales que vengan de su propio grupo y la cruzada en contra de cualquiera que pudiera ser considerado como un contrapeso, real o potencial, del poder presidencial.
A la par, la pieza periodística destaca las medidas “clientelares” que AMLO ha tomado como presidente, con el objetivo de ampliar su control sobre grupos de alta influencia como los maestros o el ejército.
Refiere la desaparición de la Reforma Educativa como un acto de “buena voluntad” encaminado a ganarse los favores del magisterio y una serie de acciones destinadas a llevar a cabo una gran reforma al interior de las organizaciones sindicales, que tiene como objetivo arrebatarle el control de este sector al Revolucionario Institucional.
Además, el trato preferencial que ha tenido con las Fuerzas Armadas, desde el tema del nuevo aeropuerto en santa Lucía, hasta la creación de la Guardia Nacional.
La pinza del clientelismo la cierra los subsidios gubernamentales a productos de la canasta básica y los apoyos directos que se entregan a jóvenes estudiantes, amas de casa y personas de la tercera edad.
La periodista O´Neil, liga todo lo anterior con la baja en la calificación crediticia del país, en la que coinciden todas las calificadoras de prestigio.
En su visión, todo esto ha dado al traste con la confianza internacional, la cual es fundamental para ahuyentar el fantasma de una gran crisis económica.
Y es que, en el colmo de la paradoja, el gobierno necesita de finanzas sanas para sostener esta red de apoyos que incrementan su poder de manera exponencial.
Como puede ver, son do visiones distintas –la local y la internacional- mutuamente excluyentes, pero que reflejan también una profunda división de opiniones que hoy polariza, como nunca, el debate nacional.
¿Con cuál coincide usted?