Por Valentín Varillas
Con la muerte física de Rafael Moreno Valle y la virtual desaparición del grupo político que se formó alrededor de su figura, panistas de la zona de Cholula viven una auténtica orfandad.
Encabezados por Julio Lorenzini, una rémora acostumbrada a vivir de los desechos de los poderosos, este grupo deambula sin rumbo y busca afanosamente quién los adopte.
El problema es que, en terminos reales, su capital político suma cero y su pasado le resta a cualquiera que cometa la locura de pactar con ellos.
A su líder, Lorenzini, se le ocurrió la brillante idea de “ofrecerse” al proyecto de Luis Miguel Brabosa, el perfil con mayores posibilidades de convertirse en el candidato de Morena a la gubernatura.
Para ello, le encargó la operación de semejante encomienda a su fracasado incondicional, Benjamín Rosete.
Este ocioso, que vive de las rentas de las propiedades de sus familiares, organizó una reunión en el hotel propiedad de sus parientes, Villas Cholula.
Y tuvo la genial idea de invitar, entre otros, a una incondicional de Barbosa, la diputada local Tonatzin Fernández.
En el encuentro, Rosete exigió, a cambio de sumar el supuesto capital político de Lorenzini, la coordinación de la campaña de Barbosa en la zona de las cholulas.
Este brillante estratega, ignoraba o de plano le valió madres, el hecho de que esa responsabilidad la tiene ya la propia Tonantzin Fernández, la que no daba crédito a lo que escuchaba.
Sí, por increible que parezca, la habían invitado para negociar su cabeza.
El hecho refleja, más allá de una evidente ineptitud, una monumental soberbia.
En este contexto, la reunión de “estrategia” terminó de manera abrupta y fue entonces cuando el grupo íntimo, el de mayor influencia del aspirante, se pudo dar cuenta del gran error que habían cometido al haber siquiera atendido al llamado de quienes son, han sido y serán un lastre en la política cholulteca.
En el búnker de Barbosa, al saber lo ocurrido, hubo una extraña mezcla de indignación, burla, pero sobre todo de incredulidad.
¿Cómo se atreven? -fue el cuestionamiento generalizado.
Benjamín Rosete es identificado como operador -fracasado- de Julio Lorenzini.
Ha estado a su lado siempre.
Cuando Lorenzini fue Secretario de Desarrollo Rural, Sustentabilidad y Ordenamiento Territorial, este personaje fungió como coordinador en la dependencia pero provocó varios problemas y escándalos, sobre todo por las corruptelas en estudios de impacto ambiental.
Fue él quien autorizó la polémica construcción de las Torres Perseo.
Eso le costó el cargo.
Ahora Benjamín sueña con la coordinación distrital de la campaña de Barbosa para operar desde ahí la postulación de Julio Lorenzini como candidato a la presidencia municipal de San Pedro.
(Si el formato de esta columna lo permitiera, se insertarían aquí risas grabadas.)
Increíble, pero es real.
Benjamín Rosete sueña con ser candidato aunque sea a presidente de su colonia.
Ha buscado la candidatura a regidor, a presidente, a diputado, a lo que sea, siempre a través de Lorenzini.
Otra vez, ahora más que nunca, se volverá a repetir la eterna historia del “ya merito”.
Por lo menos, semejante elucubración no se dará bajo el amparo político de Miguel Barbosa.
A ver quién es el valiente que le entra.