Por Jesús Manuel Hernández
Los acontecimientos en torno a la candidatura de MORENA a la gubernatura de Puebla bien pueden ser considerados como el principio del fin de la luna de miel de quienes el año pasado sumaron esfuerzos, unieron seguidores, para terminar con el morenovallismo, una práctica usual en los últimos tiempos, unirse todos para acabar con el enemigo común.
De no haber sido así, Melquíades Morales no hubiera sido candidato; tampoco Marín, y menos Rafael que levantó bandera contra el marinismo y la continuidad de Zavala; con la misma bandera Barbosa Huerta convocó, sumó, a todos los antimorenovallistas en pos de cortarle el paso a la continuidad.
Ahora el escenario que busca poner piso parejo para todos en aras del ejercicio de una elección democrática empieza a ser marcado por vectores similares. La carga genética de la clase política poblana aflora.
Y he aquí que una corriente advierte de la enfermedad de Barbosa Huerta y pide que el candidato sea Alejandro Armenta Mier, morenista de nuevo cuño.
Varios asuntos hay atrás de esta propuesta.
La primera sin duda tiene que ver con la gran oportunidad de que nuevamente MORENA se levante con el triunfo en Puebla al margen de quien sea su candidato. Los momios están dos a uno.
Pero no sólo se trata de un proceso que corresponde a la clase política poblana. También de la primera elección de Morena de un candidato siendo poder, teniendo la presidencia y el control de los poderes. ¿Cuál será la señal, cómo logrará el movimiento cumplir los deseos de sus militantes y quedar bien con todos, o con casi todos?
Parece que la lucha por el poder de 2024 está en marcha desde el mismo 1 de julio del año pasado. Ricardo Monreal ha tomado el papel protagónico de ser la ofensiva al proyecto personal de López Obrador. Su primera intervención se dio en noviembre del año anterior cuando desde el senado se pronunció por la revisión de las comisiones cobradas por los bancos a los usuarios, el asunto tomó desprevenido a López Obrador.
Repetidas veces han surgido divergencias de criterio entre Monreal y Yeidckol Polevnsky, el desgaste se originó meses antes ante la elección de candidato a gobernar la Ciudad de México y se repitió en algunas otras candidaturas del interior del país.
Ahora, Monreal se ha metido a fondo en destacar la figura de su colega senador Alejandro Armenta Mier para convertirse en el candidato de MORENA por Puebla, basado en que es tiempo de ir fincado la estructura del 2024, de ahí, que Luis Miguel Barbosa le estorbe, pues el ex senador ha sido respaldado desde siempre por Polevnsky en una clarísima línea que se percibe es originada desde Palacio Nacional.
La confrontación hace asomar ya las diferencias entre diputados locales, federales, presidentes municipales y seguidores de MORENA.
La percepción de los electores es también muy clara, quien sea el candidato será el gobernador.
Barbosa no puede esperar otros seis años para ser candidato, está por decirlo así, en su mejor momento político, quizá deba abonar que el estado de salud también es bueno para la competencia.
En cambio, Alejandro Armenta sólo tiene esta oportunidad para ser el candidato con amplias posibilidades de ganar; dentro de seis años el escenario será otro, habrá otras figuras, por tanto, la competencia será mayor, y quizá ya no cuente con el apoyo de Monreal.
O por lo menos, así me lo parece.