Por Jesús Manuel Hernández
Finalmente, la gobernadora electa el 1 de julio será la Gobernadora Constitucional después del fallo del Tribunal Federal Electoral, última instancia para dirimir las quejas de MORENA.
Sorpresa para los seguidores de Luis Miguel Barbosa, festejos para el morenovallismo, vientos de incertidumbre para los poblanos que ya han vivido confrontaciones sociales por escenarios similares.
Las primeras reacciones de los morenistas son en el ánimo de la protesta, de elevar la escena al descontento popular, ese que buscaría hacerle la vida imposible al nuevo gobierno.
Un “Dejà Vu” de cuando los generales Nava Castillo y Moreno Valle fueron sacrificados por el presidencialismo usando la fuerza popular, estudiantil, para tirarlos.
Votación dividida de los magistrados, para algunos inexplicable, para otros, resultado de una crónica anunciada de rebeldía a López Obrador.
El retraso de la sesión se dio al mismo tiempo del rompimiento entre el Ejecutivo y el Poder Judicial por el asunto de la baja de sueldos. Incluso habrá quien lo observe cómo un mensaje.
A las 12.30 del día, mientras se convocaba a la reunión privada de los magistrados, un mensaje desde una ciudad turística del sureste mexicano advertía al reportero: “la sesión se prolongará, la votación será de tres a favor de la anulación y cuatro en contra y el resultado se dará después de las 11 de la noche”.
¿Bola de cristal o información privilegiada de alguien íntimamente ligado al Poder Judicial?
Y las horas pasaron y se fueron dando las cosas tal cual se anotó en el mensaje.
Más tarde otro mensaje: “ya nos fregaron, hubo cien kilos por voto”.
Finalmente, la sentencia favorable a reconocer el triunfo de Martha Erika, la esposa del ex gobernador Moreno Valle.
Se antoja que más que actitudes triunfalistas se asomen dejos de puentes de plata, de reconciliación, señales de apertura, de evitar caer en la confrontación.
El anuncio del gabinete puede ser la primera carta de conciliación, se antojan figuras que operen en favor de la civilidad, como Luis Banck, seguidas de poblanos de Puebla, que sean descartados los funcionarios importados y se privilegie a gente que es conocida por los grupos locales.
Se antoja un mensaje de la gobernadora de reconciliación, de borrar la venganza de su discurso y una actitud que ayude a la gobernabilidad. De lo contrario, se nos aparecerá el Dejà Vu.
O por lo menos, así me lo parece.