Por Valentín Varillas
Se llama Ernesto Herrera Tovar y es magistrado del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México.
Llegó al cargo en febrero de 2017, a través de una cuestionada votación de la Asamblea Legislativa de la capital y por recomendación abierta y directa del entonces jefe de gobierno, Miguel Ángel Mancera.
Fue parte de una lista que, en términos de la opinión de especialistas en temas legales, estaba plagada de personajes que no estaban lo suficientemente calificados para el cargo, pero que fueron electos bajo la lógica del compadrazgo, el amiguismo y los favores políticos.
En teoría, sus responsabilidades profesionales tendrían que ser completamente ajenas a asuntos electorales.
Sin embargo, en los hechos, Herrera Tovar se ha convertido en un férreo defensor de los intereses del ex gobernador Moreno Valle en el proceso de calificación de la elección poblana en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
Buena parte de su tiempo la dedica a llevar a cabo un intenso cabildeo con los magistrados del TEPJF, con el objetivo de que nada se mueva y que al final, la máxima autoridad electoral de este país ratifique a Martha Érika Alonso Hidalgo como nueva jefa del ejecutivo poblano.
Para ello, lleva a cabo frecuentes reuniones de definición de estrategia y de evaluación de avances con Roberto Gil Zuarth, la cara visible de las negociaciones que el grupo morenovallista tiene con distintos actores, para garantizar la continuidad en el estado.
Sin embargo, el verdadero valor del magistrado Herrera Tovar radica en la magnífica, cercanísima e inmejorable relación que lleva con la presidenta del tribunal, Janine Madeline Otálora Malassis, quien últimamente anda muy dubitativa en términos del caso Puebla.
Juran los enterados que, al principio del análisis de la elección a gobernador local por parte del tribunal, la presidenta mostraba una muy marcada inclinación hacia la anulación del proceso.
Hoy parece que esas certezas se han esfumado.
Actualmente, al interior del TEPJF se maneja la versión de que cuatro magistrados estarían a favor de la anulación de la elección poblana y tres más en contra, al no encontrar, en su criterio, elementos suficientes para ello.
Un auténtico volado.
Más allá de que el tema electoral no esté dentro de las facultades legales del cargo que ejerce, es evidente que para el magistrado Herrera Tovar existe una afinidad política e ideológica que lo motiva a cabildear el caso Puebla.
Se trata de un panista de toda la vida, quien fue diputado en la LIX legislatura federal, diputado local en la ALDF y que hoy puede encontrar el trampolín que esperaba en su carrera política, si sus buenos oficios sirven para que Moreno Valle se eternice en Puebla y de paso, si los astros se le alinean, consigue ser el próximo presidente del CEN blanquiazul.
Una auténtica lotería.
