Por Jesús Manuel Hernández
El Ayuntamiento de Puebla capital inició este fin de semana el experimento de cerrar parcialmente algunas calles aledañas al zócalo de la ciudad en un intento por convencer a los usuarios de las bondades de convertir al Centro Histórico, o una parte de él, en zona privilegiada para los peatones.
La idea no es mala, aunque ha sido desechada siempre por las anteriores autoridades municipales pese a las recomendaciones de urbanistas y expertos en la materia.
Dos grupos de poder han obligado a los presidentes municipales cambiar de idea; una la fuerza de los comerciantes temerosos del crecimiento del ambulantaje, los otros, los transportistas, primero los de pasajeros urbanos cotidianos, y recientemente los autobuses de turistas, cuyo poder está ligado a otros órdenes de gobierno.
El anunció del programa llamado “ándale” se hizo a través de pasacalles de plástico en clara contaminación al paisaje urbano.
Las calles seleccionadas fueron divididas en dos, una para el peatón donde se suman los conductores de bicicletas, triciclos y diablitos de transporte.
El tráfico vehicular, lento, enormes colas para cruzar las esquinas y entrar a los estacionamientos.
Total, un experimento que, como el agua tibia, ni fría ni caliente.
El ayuntamiento debía irse a fondo, cerrar totalmente las calles aledañas al zócalo, incentivar que los estacionamientos abran más horas y evitar la llegada de vehículos particulares, sólo que entren los taxis normales o ejecutivos y tener consideraciones para los hoteles.
Hace muchos años la 5 de Mayo era la arteria principal que unía a la Reforma con el norte de la ciudad, estaba llena de autobuses de pasajeros, Garita, Rojo Plata Santa María, San Antonio, etcétera, el comercio de la zona se quejaba del ruido y la contaminación. Hasta que un día, urbanistas y autoridades avalados por la Junta de Mejoras y el Ayuntamiento tomaron la decisión de convertirla en peatonal.
La primera prueba se hizo en la 5 de Mayo de la Reforma a la 2 poniente; luego hasta la 4 y finalmente se abarcó hasta la calle frente a Santo Domingo y se dividió de la 6 a la 8 para permitir el paso parcial de vehículos privados que daban vuelta de la calle de Santa Clara.
Años después la 5 de Mayo se amplió en su uso peatonal hasta la 18 poniente, donde está el Señor de las Maravillas.
El éxito es innegable, el comerció floreció, las rentas aumentaron, actualmente la 5 de Mayo es la calle de mayor circulación peatonal de Puebla.
Ojalá el experimento de este fin de semana, se repita, pero de manera más integral, más completa y sin contaminación visual con los pasacalles de plástico.
O por lo menos, así me lo parece.