Por Jesús Manuel Hernández
Un viento huracanado de cambio está sacudiendo a las élites del poder, incapaces de mantener la estabilidad, o mejor dicho el control sobre la sociedad mexicana. Los desgastes han sido mayúsculos y los operadores incapaces de tapar el sol con un dedo.
Una clara muestra es la revelación de la Coparmex nacional sobre las preferencias electorales en México y los estados donde habrá elección, Puebla entre ellos claro está.
Los resultados de haber entrevistado a 13 mil personas, la muestra más grande de cualquiera de las encuestas efectuadas por otras entidades especializadas, arroja preferencias incuestionables del 41.7 por ciento a favor de Andrés Manuel López Obrador.
En el caso de Puebla, Luis Miguel Barbosa también resulta ser el puntero con un 35.9 por ciento sobre la candidata del Frente, con 28.6.
La realidad no se puede tapar con un dedo, los empresarios están aportando información muy valiosa para observar el movimiento de la sociedad y eso no debe preocupar, más bien, alentar a los líderes de opinión a los responsables de dirigir los rumbos de los grupos económicos, políticos y sociales, hacia la conformación de una nación ansiosa de encontrar un camino donde todos puedan obtener algo de beneficio y no unos cuantos, como ha venido sucediendo.
Las élites del poder, los grupos de poder, han perdido el control, han menospreciado las señales de una sociedad que desde hace varias décadas ha venido manifestando inconformidad, ni el viejo PRI, ni el PRI tecnócrata, ni el PAN, ni los neopanistas, ni el PRI renovado y ciudadanizado, o las alianzas donde se suman los intereses personalistas y no los del país, han podido redirigir el rumbo.
Sin duda la conformación de nuevas élites de poder está en proceso y harán su presentación el 2 de julio.
El caso de Puebla nos ocupará sin duda, pues la alternancia está a la vuelta de la esquina, una sociedad que despreció al marinismo y está por ratificar su desánimo por el morenovallismo.
O por lo menos, así me lo parece.