Por Jesús Manuel Hernández
“En la guerra y en el amor, todo se vale”, se acostumbra decir cuando el pragmatismo es empleado para conseguir un fin; otros le llaman “el fin justifica los medios”. Ahora habrá que agregar a la primera versión que, en política, en la guerra y en el amor, todo se vale, según versión reformada de Andrés Manuel López Obrador.
La Conferencia del Episcopado Mexicano recibió ayer a los aspirantes a la presidencia de México, cada uno fue sometido a una declaración de principios prioritarios para el país, entre otros “terminar con la violencia”.
Y en ese marco el candidato incontenible de Morena declaró a la salida de la reunión que dentro del proceso de paz que México debe iniciar después del 1 de julio, si él gana las elecciones, invitará al Papa Francisco a visitar México cuanto antes para que ayude en este proceso.
Avaló su propuesta con estas palabras: “Él ya ha participado en otros procesos de paz y reconciliación, con otras características desde luego, como el restablecimiento de relaciones entre Cuba y Estados Unidos, o en el proceso de paz de Colombia, y en todo aquello que contribuye a la paz”.
López Obrador sigue sorprendiendo, sigue marcando la agenda, y le hace un guiño a los mexicanos católicos a votar por él, pues al fin y al cabio entre católicos y cristianos, como López Obrador, no hay tanta distancia.
O por lo menos, así me lo parece.