Por Jesús Manuel Hernández
Ricardo Anaya, el enemigo de Rafael Moreno Valle en la contienda interna del PAN por la candidatura presidencial, visitó Puebla en los primeros días de su campaña, sin duda la entidad es importante para los candidatos, el número de votos puede ser vital para definir el triunfo.
Así que Anaya se rindió ante el morenovallismo, después de que el líder del grupo demostrara tener el control absoluto de varios partidos políticos en la entidad.
Extraña que el tema de la seguridad, la violencia, para Anaya sea culpa del gobierno federal y no del estatal, cuando los reportes sobre la ola de violencia se deben en gran parte a la inoperancia de las fuerzas policíacas estales sobre todo en el tema del robo de combustible.
Extrañó que para Anaya el tema de los feminicidios también sea culpa de la federación y no se haya volteado a ver a sus acompañantes, representantes del grupo que no ha perseguido este delito en Puebla y cuyas cifras son alarmantes ya en el primer trimestre del año.
Tal vez la crónica de Álvaro Delgado aparecida en Proceso permita ver con claridad lo que trascendió sobre la visita de Anaya a Puebla.
Bajo el subtítulo de Nepotismo, el periodista documento los casos de Raúl Padilla en Jalisco, García de Vaca en Tamaulipas y Martha Érika Alonso de Moreno Valle en Puebla.
En la página 20 del semanario número 2162 se lee:
“Y en Puebla, donde ante jóvenes acusó a Morena de postular al Senado a personajes allegados al exgobernador priista Mario Marín, Anaya disfrutó el primer mitin de campaña en ese estado en Amozoc –santuario de huachicoleros-, el cual fue organizado por Mario Rincón González, exoperador del Góber Precioso y reputado como mapache electoral.
“No sólo eso: el PAN en Puebla es patrimonio del expriista Rafael Moreno Valle, candidato a senador plurinominal, cuya esposa, Martha Érika Alonso, es la candidata a gobernadora, sin ninguna experiencia en la administración pública”.
Evidentemente en el orden nacional la figura de Martha Érika es producto del nepotismo, pese a quitarse el apellido del esposo y a Rafael no le han podido quitar el sello tricolor.
O por lo menos, así me lo parece.