Por Jesús Manuel Hernández
Atrás quedaron los agravios en campaña, más atrás los retos y amenazas del gobernador electo sobre el presidente municipal electo de la capital poblana.
Y qué decir de los desplantes, de las groserías en público y en privado, del veto para no aparecer en el balcón central del Palacio Municipal en la primera ceremonia del Grito de Independencia y las posteriores.
Dónde está la memoria y dónde la dignidad cuando el espionaje a la esposa de Rivera Pérez y la guerra sucia en los medios controlados por el Estado para menospreciar el trabajo en el municipio.
Por si fuera poco, dónde serán colocados los agraviados y los agravios a panistas tradicionales que no quisieron someterse al morenovallismo.
Pues todo ha quedado en el cajón, en el archivo muerto, dónde por cierto también llegarán las investigaciones sobre las turbias finanzas del trienio de Rivera Pérez.
Total, tal para cual, si al exgobernador le aflora el cinismo, al maestro Lalo le arrastra la lengua.
Pero hay otra lectura: a RMV no le alcanzaba para ganar Puebla hace 8 años; y ahora, tampoco, vuelve a doblar las manos y redime como mártir panista a Rivera Pérez, con lo que Puebla será la capital del cinismo.
O por lo menos, así me lo parece.