Por Jesús Manuel Hernández
Muchas horas se han empleado por parte de los presidentes de tres partidos políticos en México para intentar primero, conformar después y registrar en última instancia ante el INE, un frente común de oposición al partido oficialista para significarse como una alternativa para quienes votarían a Andrés Manuel López Obrador.
El proyecto empezó a ser destruido desde dentro, primero con la oposición en el PAN de Margarita Zavala y Rafael Moreno Valle; luego con la renuncia de la esposa de Felipe Calderón que intentó hacer un agujero a la institución; la solidaridad de los llamados “senadores rebeldes” abonó en contra de Ricardo Anaya.
Y a últimas fechas, la negativa de Miguel Ángel Mancera y el propio Moreno Valle a participar, bajo pretexto de una imposición de Anaya.
Total, las horas empleadas se han ido como el agua por las manos, clarísimo ejemplo de esta sociedad líquida, así llamada por Baumann, para ejemplificar que las ideologías y los partidos han pasado a mejor vida.
Y he aquí que el presidente Peña Nieto en medio del más grande desprestigio que haya tenido mandatario alguno, con el porcentaje más bajo de aceptación de parte de los ciudadanos, le ha dado un manotazo al Frente Cívico y ha mandado a defender al sistema tricolor y financiero a un hombre que representa todo aquello que Anaya, Barrales y Dante planearon e intentaron hacer.
Desde los mismísimos infiernos de Dante, Peña destapó a José Antonio Meade y con ello, le volteó, en primera instancia, la sartén por el mango a la oposición.
Meade es quien menos negativos tiene, es quien ha trabajado con tres administraciones presidenciales, dos del PAN y una del PRI, sin haberse afiliado a ninguno de los partidos en el poder, o sea, ha sido un funcionario con la categoría de ciudadano, y eso será sin duda un contrapeso a la postura de López Obrador.
Pero Meade no la tiene fácil, si bien sumará a los de enfrente, ha tenido que doblar las manos y tocar la puerta para que los de adentro, las huestes tricolores tradicionales, los duros del sistema, que siguen sintiéndose los depositarios de la política a la mexicana y esos, de entrada, son sus enemigos, le acepten, le confirmen el aval presidencial y del “sistema”
Curioso, José Antonio Meade, deberá labrar más del lado del terruño priísta que del de la oposición, una campaña hacia adentro primero y si se puede al resto de los electores.
O por lo menos, así me lo parece.