Por Rocío García Olmedo
Trasladar el discurso a la cultura. Sólo así se podrá detener la violencia contra mujeres y niñas.
Leía hace unos días los análisis actuales, referentes a la fecha que nos recuerda el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia en Contra de las Mujeres, que se conmemora los días 25 de noviembre de cada año.
Llamó mi atención un análisis publicado en el Blog Huffpost.mx El País (24/11/2017) firmado por la feminista Laura Lecuona, que reflexiona “(…) si queremos erradicar la violencia de género lo que debemos cambiar es la cultura que la propicia, el sistema que le sirve de caldo de cultivo.”
Ella nos recuerda que “El feminismo no sostiene que todos los hombres sean violentos: sostiene que en esta sociedad todos los hombres son educados para serlo.”
Y precisa con mucha claridad “Para reducir los índices de violencia hacia las mujeres no hacen falta héroes: nada más hacen falta hombres decentes.”
Y yo coincido absolutamente.
Por ello necesitamos, que esas buenas intenciones de los hombres que se dicen aliados y solidarios con las mujeres, pasen a la acción. Que hagan algo por “educar y deconstruir a otros hombres” que como bien dice la autora, no basta con que sólo dejen de contar o reírse de chistes misóginos, que no dejen pasarlos. Que cuando vean a otro hombre acosando o albureando a una mujer lo enfrente y no desvíe la mirada. Que no consuman pornografía y prostitución. Que nos ayuden a no permitir la cosificación de las mujeres.
En suma, que nos ayuden a construir nuevas masculinidades.
¿Qué tal que desde esta perspectiva, las autoridades de los tres niveles de gobierno diseñaran las políticas públicas para prevenir, atender, sancionar y erradicar la violencia en contra de las mujeres?
Concluye la autora “Para acabar con la violencia hacia las mujeres no se necesitan muchos hombres -que- no inofensivos pero indiferentes: se necesitan hombres decentes que activamente confronten y condenen a los hombres -que- sí.
Cambiar la cultura que propicia la violencia contra las mujeres y las niñas, es una buena forma para responder a la convocatoria “Que nadie se quede atrás: pongamos fin a la violencia contra las mujeres y las niñas”