Por Jesús Manuel Hernández
El periodista Raúl Torres Salmerón se preguntaba en su última colaboración si Miguel Ángel Babosa tendría suficiente salud para gobernar, en el caso de resultar candidato oficial y ganador.
Bien es conocida la enfermedad que padece, crónica y degenerativa según parece, que requiere de cuidados y revisiones muy específicas, aunque entre la clase política se dice que una elección es como una inyección poderosa de vitaminas y de ánimos para vivir. Sacramento Joffre, líder agrario, fue nominado para candidato a diputado federal en 1982 a la edad de 76 años, enfermo, su suplente era Óscar Aguilar González, de 24, todos los políticos de la época felicitaron a Óscar; pero Sacramento Joffre acompañado de una enfermera, no sólo hizo la campaña y ganó, fue diputado y prácticamente termino su gestión.
El periodista Rodolfo Ruíz Rodríguez se preguntaba en una de sus últimas colaboraciones si acaso Morena se atrevería a presentar públicamente la metodología y los resultados de las encuestas efectuadas en Puebla que dejaron fuera a Enrique Cárdenas.
En las redes sociales empezaron a circular videos y “memes” donde Barbosa, entonces en el PRD, llama soberbio a López Obrador, y algunas fotografías donde Rafael Moreno valle aparece empujando la silla de ruedas de Barbosa e inaugurando un auditorio en honor del senador, hincado a su lado para estar a la altura del senador.
Los negativos de Barbosa son muchos y su enfermedad es tema de la agenda de riesgos de Morena Puebla.
Al mismo tiempo han surgido críticas a la postura de Enrique Cárdenas por no haber “aguantado vara”, dicen, y permanecer en el movimiento apoyando a López Obrador, como era de esperarse, en lugar de enviar la carta donde condena al partido por haber perdido la oportunidad de sumar a la sociedad civil.
Ciertamente Cárdenas fue llevado a Morena por Fernando Manzanilla y Romo y aceptado por López Obrador con quien habló largo y tendido. “El Peje” le habría dicho “yo quiero que seas tú, te vamos a medir, pero si no ganas, tienes un lugar en mi gabinete”. Cárdenas habría contestado que aceptaba ser medido, pero no estar en el gabinete.
Pasaron las semanas y las mediciones fueron hechas. Barbosa y Alejandro Armenta formaron pareja. Hubo jaloneos internos y externos y Cárdenas asumió una postura independiente, condenando a quienes buscan estar en la política por el “botín”, asunto que, molestó incluso a los cercanos colaboradores de López Obrador que lo vieron como un candidato “incontrolable”.
Después de revelarse los resultados de la encuesta Cárdenas recibió varias llamadas de otros morenistas, Manzanilla y Alfonso Romo entre otros, para que no renunciara, que se quedara, y López Obrador volvió a hablar con él y lo invitó al gabinete con la promesa de anunciar su integración en el mes de noviembre. Pero Cárdenas volvió a rechaza la invitación.
Ante las dudas de si Barbosa podría o no terminar la candidatura es que ahora se animan otros temas, entre ellos que de entre los aspirantes al senado se podría aparecer el candidato emergente al gobierno si es que Barbosa no pudiera desempeñarse como tal.
Y es aquí donde Alejandro Armenta ve una luz en el túnel.
Haya sido como haya sido, lo que queda claro es que Enrique Cárdenas no fue bien recibido por el sistema. La clase política vigente tiene ciertas normas no escritas, comportamientos y protocolos, donde hay que ver para abajo cuando así sea necesario y guardarse los enojos para poder permanecer en el sistema.
Pero qué se puede esperar si Dante Delgado ya asomó la cabeza en Puebla y levanta las manos de Fernando Morales por el Frente Ciudadano y de Rafael Moreno Valle, su viejo aliado en asuntos electorales gracias a los oficios de Luis Maldonado, que parecía haber sido rebasado, pero que, con esas declaraciones, como que revivió, como Sacramento Joffre hace 35 años. El sistema, revitaliza.
O por lo menos, así me lo parece.