Por Jesús Manuel Hernández
En lo que va del año se ha conocido de al menos 83 mujeres asesinadas por masculinos en el Estado de Puebla; los casos se repiten, la cifra va en aumento desde hace siete años, y las autoridades de la entidad han mostrado su total desinterés en resolver de fondo el problema que aqueja a muchas mujeres que si no han llegado a ser asesinadas, han sido violadas; se calcula que para este año la cantidad llegue 700, si es que son denunciadas, porque un buen numero permanece en la oscuridad por el temor ante las amenazas de sus violadores.
Desde diferentes sectores se ha venido proponiendo incluir a Puebla en la Alerta de Género contra las Mujeres, pero a mediados del sexenio pasado, el gobernador Moreno Valle usó su poder en el Congreso del Estado y en la Comisión Estatal de los Derechos Humanos para evadir la responsabilidad y menospreciar los feminicidios que al no encontrar límites van creciendo cada año.
El costo político que representaba para Moreno Valle la declaratoria de la Alerta de Género en Puebla ha sido traspasado a las mujeres en un acto donde el discurso político está íntimamente asociado al discurso machista y el menosprecio por la dignidad de las mujeres.
Actualmente 12 entidades del país han levantado la Alerta de Género: Nayarit, Sinaloa, Nuevo León, San Luis Potosí, Colima, Michoacán, Estado de México, Guerrero, Morelos, Veracruz, Chiapas y Quintana Roo, con resultados favorables para frenar los feminicidios y las violaciones.
Pero Puebla vive un escenario de constante violencia de género, según los reportes de entidades como el Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas, en Puebla ha desaparecido una mujer cada 19 horas en lo que va del año 2017; el año pasado el porcentaje era de una mujer desaparecida cada 31 horas.
La Fiscalía del Estado elude su responsabilidad ante cualquier denuncia por desaparición, alega que la primera línea de investigación es que la chica se haya ido con el novio y piden a la familia esperar un tiempo razonable hasta saber de su paradero.
La Alerta de Género sería el mecanismo adecuado para frenar y erradicar la violencia machista contra las mujeres, pero el gobierno de Puebla la rechaza, es más el Congreso del Estado, ha menospreciado su intervención a favor de las mujeres. ¿Cuántas más deben morir, cuántas más deben desaparecer, cuántos hogares más deben quedar destrozados y en luto para que los diputados se bajen de la curul y del placer del poder para representar a la sociedad?
La papa caliente le quema las manos al Secretario General, Diódoro Carrasco y al Fiscal General, quienes parecen amarrados a un cliché para no intervenir, para eludir responsabilidades, en aras de salvaguardar la imagen del gobernador que se fue, pero que sigue influyendo.
La complicidad entre el gobierno, los diputados y los representantes de los sectores sociales comprometidos con el poder político se reflejaron hace poco cuando el presidente de la Coparmex Puebla, José Antonio Quintana, resbaló en una declaración: “etiquetar al estado con una alerta de género pues sí podría ser factor para que el desarrollo económico, el turismo, nuevas inversiones se pudieran detener o espantar de venir a Puebla. Es un tema de responsabilidad el promover o no promover ese tipo de alertas”, dijo.
Por supuesto el tema no es de semántica, promover la alerta de género es estar a favor de la vida, en contra de la violencia machista, sin anteponer los negocios o el turismo.
O por lo menos, así me lo parece.