Por Rodolfo Rivera Pacheco
Ayer quedó demostrado, una vez más, que el PAN, teniendo muchas posibilidades de ganar la elección presidencial en 2018, se debate en sus tradicionales pleitos internos que lo alejarán muchísimo de tal objetivo. Y desde luego, Rafael Moreno Valle cada vez está más lejos también de obtener la anhelada candidatura a la Presidencia por el blanquiazul. Ver otra realidad es estar cieguito.
Porque ayer, en la Asamblea Nacional panista en donde quedó integrado el Consejo Político Nacional (300 miembros), se notó claramente la división y las rencillas que existen entre no pocos de sus liderazgos, que como siempre, pelean como borrachos por una botella vacía.
El PAN le está abonando perfectamente –además desde luego del PRI- el terreno a Andrés Manuel López Obrador para que gane la elección en 2018 abanderando a MORENA.
De entrada, aunque Ricardo Anaya se esforzó por aparentar unidad, la realidad fue distinta. Efectivamente, dio un reconocimiento al ex Presidente Felipe Calderón y eso haría parecer que se habían reconciliado, pero más tardó en dárselo que Margarita Zavala en declarar molesta que Anaya “solo está concentrado en sí mismo” y que debe dejar de “ser juez y parte” en la contienda por la candidatura presidencial.
Y es que algunas versiones bien enteradas de los vericuetos nacionales panistas hace algunos días me comentaban que Anaya ya había logrado un acuerdo con los Calderón-Zavala y que apoyaría a Margarita en su candidatura, a despecho de Rafael Moreno Valle, quien ayer ni siquiera acudió a la reunión nacional en la que él también es Consejero ex profeso por ser Gobernador blanquiazul.
Dicen que la rabia morenovallista estribó en que una vez más lo iban a ningunear cuando le dieran el premio a Felipe Calderón, por lo que prefirió no asistir en un acto de “rebeldía” que la verdad a ninguno de los líderes nacionales preocupó. Por el contrario, otros Gobernadores aprovecharon los reflectores y se placearon a sus anchas, como Javier Corral de Chihuahua o Miguel Angel Yunes de Veracruz.
Me cuentan por cierto, mis paisanos jarochos, que éste último se ha tomado muy en serio la posibilidad de ser un “caballo negro” inesperado que busque la candidatura presidencial ante el desinfle de Moreno Valle (que ya no es su amigo desde hace un tiempo) o los pleitos de Anaya con los Calderón-Zavala.
Pero también el Gobernador saliente de Guanajuato ha llegado a tener esos malos pensamientos. El chihuahuense Corral esperará unos años para buscar la grande, me dijeron en su tierra hace unos días destacados panistas.
Pero volviendo al tema original, es evidente, pues, la división panista que ya hemos esbozado aquí mismo desde hace muchos meses y que les puede costar la Presidencia de la República una vez más. Por varias razones.
La primera es que si Ricardo Anaya se logra imponer como candidato (hay quien me jura que así será, miembro de grupos nacionales muy poderosos), provocaría un profundo cisma con los simpatizantes de Margarita Zavala. Quizás ésta se iría como independiente y dividiría en forma terrible el voto panista. Y si no se va, el partido de todos modos quedará dividido y habría la tradicional “huelga de brazos caídos” por no haber lanzado a la candidata mejor posicionada en cualquier estudio o medición.
Segundo. Si Anaya se impone como candidato, el otro gran enojado se llamará Rafael Moreno Valle, quien probablemente no se salga del PAN, pero con toda seguridad “operaría” en forma soterrada a favor de un candidato priísta amigo (¿Osorio Chong? ¿Meade? ¿Narro?). El voto panista se vería una vez más dividido y ganar así a López Obrador sería una tarea prácticamente imposible.
Un escenario poco probable pero al fin escenario, es que Moreno Valle en su monumental coraje se largara del PAN (¿imposible?… ya lo hizo una vez en el PRI, es su metodología) y se lanzara como candidato del PANAL quizás aliado a otro u otros partidos de la chiquillada, pero finalmente para también favorecer a quien fuera candidato del PRI con tal de que López Obrador no gane.
Difícil que Moreno Valle se salga del PAN. Porque a lo que sí se avocaría de no ser candidato presidencial (me dicen que ya lo sabe y “venderá caro su amor”), es a imponer a su esposa como candidata a Gobernador y probablemente al hijo de Tony Gali como candidato a Alcalde. Desde luego eso también traerá mucho enojo no solo entre los panistas opositores a Moreno Valle en Puebla, sino entre los de su propio grupo, que sienten que tienen más derecho que la esposa o el vástago para esas candidaturas (ahí anote desde Javier Lozano Alarcón, Jorge Aguilar Chedraui, Luis Banck y desde luego Lalo Rivera y grupo que lo acompaña). Tampoco sería un hecho que Martha Ericka Alonso gane fácilmente la elección para Gobernador, no tanto por la escasa fuerza del PRI, sino por el divisionismo del propio PAN.
Dicen que la negociación morenovallista consistiría en apoyar para la presidencia a quien fuera candidato del PRI, pero que el tricolor le dejara Puebla para él y su grupo. Sí, exactamente igual que en 2012. Desde luego en 6 años prepararía nuevamente los escenarios para buscar la candidatura presidencial.
Casi los mismos escenarios se repetirían para el morenovallismo si la candidata es Margarita Zavala, en un acto de decencia de Ricardo Anaya y con la promesa de aquella de que éste último puede ser Senador plurinominal, Secretario de Gobernación en un eventual gobierno zavalista y desde luego precandidato presidencial sin problema para 2024.
Finalmente, y contra todo pronóstico –viendo cómo están hoy las cosas y después de lo de ayer- si Rafael Moreno Valle fuera candidato presidencial (escenario más lejano que el planeta Plutón), entonces quizás negociaría con el PRI el apoyo y probablemente les dejara Puebla a quien fuera candidato (a) a Gobernador. Difícil.
Entonces, como vemos, el PAN se debate en una tremenda encrucijada que lo debilita y le resta demasiadas posibilidades de ganar en 2018 a un López Obrador embalado y que ya será muy difícil detener.
Y a esto súmele que el PAN no logró ir en alianza con ningún partido en el Estado de México, en Coahuila su mejor candidato ya se salió del partido y la buscará por la vía independiente y en Nayarit no tiene a nadie con suficiente fuerza para ganar en forma clara. Si el PAN pierde Estado de México, Coahuila y Nayarit (o al menos Edomex y Coahuila), quedará muy dañado para lograr una victoria presidencial en 2018.
Sí. El PAN, después de ser el gran ganador en 2016, puede ser el gran perdedor en 2017 y muy probablemente en 2018. Acuérdense.