Por Jesús Manuel Hernández
Una crisis recurrente estamos viviendo en México; desde fuera se ve con alarma lo que está sucediendo, los saqueos sean o no motivados por una orden superior, derivados de la logística que abunda en la teoría del caos, o simples manifestaciones del descontento popular derivadas del hartazgo, se llevan la nota de toda la semana.
Corrupción, complicidad, desgobierno, vacío de poder, son asignaturas en la agenda del gobierno que ha reducido todo a tratar al pueblo, sean expertos o intelectuales, a la sociedad en pleno, como ignorante, como, inexperta en los asuntos macroeconómicos.
Culpar al extranjero de lo que sucede aquí, es como asumir como premisa de gobierno la frase de “mal de muchos, consuelo de tontos”.
Y desde el extranjero le reviran a Peña Nieto, la revista Newsweek publicó este sábado que la gasolina en Estados Unidos, especialmente en Houston desde donde Pemex la importa, tuvo el precio más bajo de todo el país en el año 2016, 2.14 dólares el galón.
Para Peña Nieto y sus asesores el problema fue que el gobierno de Calderón no lo hizo bien y porque la gasolina subió en todo el mundo.
La ausencia de sensibilidad política del presidente Peña Nieto y quienes lo asesoran, son leña a la hoguera en un ambiente donde el gobierno está entre la espada y la pared con las guerras de tuits, por un lado los mexicanos, por el otro Donald Trump.
Las manifestaciones sucedidas este fin de semana tal vez no sean lo tumultuosas que hubieran esperado sus organizadores, el impacto de las críticas en redes sociales, no sale a las calles; quienes han despreciado las protestas creen que van ganando la partida, pero la sociedad da muestras clarísimas de enojo, y muestra valor para superar los cotos de poder de los políticos y sus complicidades.
Apenas llevamos una semana de 2017, los dados están cargados, la mano que mece la cuna ya padece síntomas de Parkinson… y el presidente no sabe cómo abrirla.
O por lo menos, así me lo parece.