Por: Valentín Varillas
Varios estados de la República compitieron en su momento por la instalación de la nueva planta de Audi.
La armadora alemana tenía un amplio menú de opciones por analizar.
Entre ellas, las que más posibilidades tenían de amarrar la inversión eran Querétaro, Jalisco, Puebla y Guanajuato.
De ahí saldría el resolutivo final.
A pesar de que los cuatro estados sobrevivieron a un proceso de depuración previo, semanas antes al 4 de septiembre de 2012 -la fecha en la que nuestro estado fue seleccionado- ya se conocía de antemano el sentido de la decisión.
Jalisco fue eliminado de la puja por los enormes problemas de inseguridad que sufre.
Guanajuato, que había sido capaz de atraer para Silao la inversión de su planta de motores un par de años antes, no estaba bien posicionada en el ánimo de los ejecutivos alemanes, porque consideraban como “muy pobres” los primeros objetivos trazados en la ruta crítica de su operación.
Quedaban sólo Puebla y Querétaro.
Para el entonces gobernador, Pepe Calzada, era también prioritario que la nueva planta “premium” del consorcio se quedara en su estado.
Al igual que Moreno Valle, el queretano tenía aspiraciones presidenciales que se beneficiaban con esta medida.
Por eso, giró instrucciones directas a Sergio Chufani Abarca, Secretario de Desarrollo Urbano y Obras; a Gregorio Peláez, titular de la Secretaría de Desarrollo Sustentable, y a Marcelo López Sánchez, subsecretario de la misma dependencia, para pelear con todo para quedarse con la inversión.
Juntos, le dieron forma a lo que consideraron un “paquete muy agresivo de incentivos”, que en su lógica no había manera de que fueran rechazados por los alemanes.
Juran que hicieron su mayor esfuerzo en términos de la capacidad real que tenía el estado para ofrecer en ese momento.
Maximizaron los beneficios potenciales a otorgar, seguros de poder conquistar así la voluntad de los teutones.
A pesar del optimismo, poco les duró el gusto.
Meses antes del cónclave, al escritorio de Chufani Abraca llegó un documento en donde se enlistaban los beneficios que el estado de Puebla ofrecía para la instalación de la planta automotriz.
El funcionario no daba crédito a lo que sus ojos veían.
No había forma de que Querétaro pudiera llegarle, ni a la mitad, a lo que Puebla ofrecía.
La competencia estaba perdida.
Así se lo hicieron saber al gobernador Calzada, quien tampoco creía lo que Moreno Valle y su equipo sacrificarían en aras de quedarse con la inversión.
Fue entonces cuando ese estado se bajó de la puja.
Aunque en teoría compitió hasta el final, para vestir de democrática y abierta la contienda, Querétaro dejó solo a Puebla como absoluta ganadora.
Por cierto, en ese estado consideran que hubo mucho de político en la decisión.
Juran que el gobierno federal tuvo mucho que ver para limpiarle el camino a Puebla, a pesar de tratarse de un estado gobernado por un “panista”.
Cuatro años han pasado de esto.
En este espacio de tiempo, Calzada fue llamado al gabinete federal como premio de quién sabe qué.
Moreno Valle ha demostrado ser un aliado mucho más valioso para el presidente Peña, que el resto de los mandatarios emanados del PRI.
Haga cuentas.
Saque conclusiones.
