Por: Valentín Varillas
Eran los días previos al Cuarto Informe de Gobierno del presidente Peña.
En medios y columnas políticas se manejaban los probables cambios en el gabinete federal y en función de ellos se cruzaban apuestas.
Uno que se daba como un hecho, era el relevo en la Secretaría de Gobernación.
Ahí, el actual titular de la SAGARPA, José Calzada Rovirosa, llegaría a la instancia encargada de la política interna nacional en sustitución de Miguel Ángel Osorio Chong.
El queretano empezó a recibir los parabienes y felicitaciones correspondientes a su inminente designación como nuevo jefe de gabinete.
Y entonces, algo muy extraño pasó.
El 30 de agosto, en un operativo llevado a cabo en Querétaro, fueron detenidos 5 de los colaboradores más cercanos de Calzada, incluido su hombre de confianza en términos de su seguridad personal.
De acuerdo con el fiscal general de ese estado, se les acusaba de “daño al erario público (sic)”.
Al parecer, estos personajes habían utilizado documentos falsos para tramitar una jubilación y obtener por ella ingresos de entre 50 y 100 mil pesos mensuales.
Los delitos no son graves de acuerdo al Código Penal de ese estado, por lo que todos, pagando fianzas de entre 10 y 15 mil pesos, salieron libres.
La precisión del operativo fue de relojero suizo.
El tema tuvo una muy modesta repercusión en medios nacionales.
Sin embargo, al interior del gabinete de Peña Nieto se convirtió en un auténtico escándalo.
Al oído del presidente llegaron las recomendaciones que apuntaban a no mover la piezas en Gobernación, porque podría detonar un escándalo más –otro- con consecuencias terribles para la imagen del gobierno federal.
Y al final, el jefe del ejecutivo optó por la permanencia, a sangre y fuego, de quien quiere ser el candidato del PRI a la presidencia en el 2018.
Juran los enterados que el tema, aunque parezca, no corresponde a la lógica de un ajuste de cuentas entre Pancho Domínguez, actual gobernador queretano, y el propio Calzada.
Que otras manos perfilaron el tema y pidieron el favor al nuevo mandatario.
Que se trata de uno de esos “servicios especiales” que en política, tarde o temprano, se pagan y con creces.
Osorio Chong no quiere, por ningún motivo, abandonar la posición de poder que tiene en el gabinete federal.
Mucho menos ahora que quien era su único rival de importancia, Luis Videgaray, salió del primer círculo presidencial en medio del más absoluto desprestigio.
El hidalguense es hoy el funcionario más poderoso del país y tratará de maximizar los beneficios del cargo para perfilar su proyecto político personal, que no necesariamente pasan por la candidatura presidencial.
El reto es mantenerse vigente en las grandes ligas de la política nacional, a pesar de los tiempos aciagos que vive el actual gobierno federal.
Se pase sobre quien se pase y caiga quien caiga.
Valga esta historia como contundente prueba.
