Por: Rodolfo Rivera Pacheco
En los 17 años que tenemos en el BEAP de realizar estudios demoscópicos electorales en forma profesional (aunque mi carrera de politólogo data de hace casi treinta ya), he aprendido una cosa antes que cualquier otra: Cada proceso es distinto, no hay elección igual jamás. Esto, que parece una verdad de Perogrullo, jamás lo entienden… los políticos y aspirantes a candidaturas o candidatos. Siempre quieren generalizar resultados, extrapolar datos o predecir cifras. Y no hay nada más ingrato que eso.
Lo anterior lo comento porque hace exactamente un año, el PRI y los priístas radiaban de contentos. Habían ganado la mayoría simple en el Congreso de la Unión en la elección federal y en Puebla le habían ganado al morenovallismo bastiones indiscutibles en la capital del Estado. Vaya, ni amigos cercanos ni parientes queridos de Moreno Valle o Gali pudieron ganar en distritos de Puebla.
Hace un año el PAN estaba en la lona. Desprestigiado en todo el país, perdida la Presidencia y lanzado al tercer lugar, con acusaciones de corrupción hacia varios de sus Gobernadores, escándalos como el de los “moches” o el de sus Diputados “teiboleros” y la célebre “Montana” o bien la terrible división en su dirigencia nacional con Anaya por un lado, Madero por otro y personajes como Ernesto Cordero criticándose y atacándose unos a otros.
Nadie hubiera pensado que un año después, el PAN ganaría 7 de 12 Gubernaturas (con ex priístas, pero al fin victorias) y ahora sus líderes y dirigentes auguren con total seguridad que recuperarán la Presidencia de la República y una de sus precandidatas, Margarita Zavala, es la única que puede ganarle a Andrés Manuel López Obrador en las mediciones actuales.
En otras palabras: Lo único seguro –eso sí- en nuestro sistema político actual es que nada es seguro, que todo cambia de una elección a otra. Que los enemigos de ayer hoy son aliados, que los amigos de ahora mañana serán archienemigos, que ya no hay ideologías invulnerables en los partidos, que cada personaje busca su propio interés al margen de las siglas partidistas a las que pertenezca ahora y que ya ningún partido (ninguno) puede ganar por sí solo una elección.
Bueno. Todo este preámbulo era necesario para intentar comprender la situación actual del PRI a nivel nacional y en Puebla, desde luego.
Hoy ninguna encuesta le favorece. El Presidente de la República está más que desprestigiado. La mayoría de la gente común y corriente hoy rechaza con vigor cualquier proyecto electoral del PRI. Vamos, el día de hoy todo parecería indicar que el PRI está muerto y que en 2018 perderá irremediablemente cualquier elección federal o estatal.
Pero vuelvo a lo que comentaba al principio: Eso mismo pasaba con el PAN hace un año y ahora todos es distinto.
Desde luego, creo que es complicada la situación actual del PRI y su oferta electoral. Pocos confían en los priístas y no hay un personaje visible carismático que hoy esté a la cabeza de las encuestas, como sí lo fue hace 6 años Enrique Peña Nieto, a quien la gente adoraba… la misma que hoy lo aborrece.
LOS PRECANDIDATOS A LA GRANDE
Hoy no hay un precandidato priísta que arrase. Al contrario. Siguiendo propio viejo adagio tricolor: Su caballada está muy flaca. El “puntero” en las encuestas (varias de ellas demasiado cuestionables y seguramente filtradas por él mismo) es el Secretario de Gobernación, Miguel Angel Osorio Chong, quien no ha podido resolver prácticamente ningún problema grave del país. Pero es el “mejor posicionado”. Imaginemos cómo están los otros…
Se habla de que José Antonio Meade, titular de la muy electorera SEDESOL, puede ser el “tapado” del Presidente Peña Nieto. Ha sobrevivido en gabinete federal dos sexenios de distinto partido, por lo que sería bien visto por las cúpulas de ambos institutos, proviene del grupo financiero de egresados del ITAM que maneja al país desde hace dos décadas ya, es un hombre sencillo e inteligente. Sí, pero poco o nada carismático. No crece en ninguna encuesta. Aunque el Presidente ha dicho maliciosamente que cualquiera que hoy tenga dos o tres puntos en las encuestas muy bien puede crecer ya como candidato. ¿Se referirá a Pepe Meade? No lo sabemos, pero creo que es difícil que sea un candidato fuerte que pudiera ganarle a López Obrador o a Margarita Zavala.
El Gobernador del Estado de México, Eruviel Avila pudiera ser otro “tapado” con posibilidades, pero tiene que pasar la aduana de la elección en su Estado el año entrante. Si gana el PRI, se colocaría como un fuerte precandidato presidencial. Si el PRI pierde Edomex frente a una súper alianza de todos los partidos en su contra, Eruviel estaría muerto políticamente. Ya se verá.
Los otros aspirantes que se mencionan creo que no tienen probabilidad alguna. El soberbio Secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño, se ha dado cuenta ya (creo, pero no es seguro) de que no es lo mismo aplicar teorías o análisis académico que enfrentarse a la realidad de este país, controlado por mafias y grupos de presión creados por el propio sistema para lucrar electoralmente con ellos y que ahora no saben cómo detener. Nuño no tiene posibilidad alguna de ser candidato y menos de ganar una elección. Aunque algún malpensado sostiene que ante su fracaso como delfín de Peña Nieto, pudiera ser enviado como candidato del PRI al Gobierno de Puebla en 2018, aludiendo que su familia de ascendencia española vivió y tiene negocios aquí, aunque él jamás lo haya hecho (cosa que no sería obstáculo, recordando lo casos de Mariano Piña Olaya –guerrerense- o Manuel Bartlett –tabasqueño- cuando se les inventó su origen “poblano”).
Luis Videgaray sabe perfectamente que no le alcanza para ser candidato presidencial. Aunque algunos me cuentan que como premio de consolación puede ser candidato a Gobernador en el Estado de México, donde ya fue Diputado y funcionario estatal. Quién sabe, pues hay otros precandidatos muy inquietos por allá, como Alfredo del Mazo (primo de Enrique Peña Nieto) o la propia Carolina Monroy (también pariente de ambos).
Y…ya. No hay más aspirantes con verdaderas posibilidades o alcances en el PRI. ¿Mujeres?
La Secretaria de Relaciones Exteriores, Claudia Ruiz Massieu Salinas, es una mujer talentosa y “de pedigrí” político innegable (hija de José Francisco Ruiz Massieu y sobrina de Carlos Salinas de Gortari), pero creo que aún no le alcanza para ser candidata presidencial. Su futuro está en el Senado o bien una Secretaría federal en el complicado caso de que el PRI ganara la elección presidencial.
Ivonne Ortega, ex Gobernadora de Yucatán; Secretaria Nacional del PRI y actual Diputada Federal, anda haciendo su lucha, pero creo que tampoco le alcanza aún. Creo que su futuro también está en el Senado de la República y desde ahí quizás impulsar una lejana candidatura presidencial. Pero no por el momento.
ENTONCES… ¿GANA O PIERDE EL PRI?
La pregunta, dejando por el momento a los aspirantes a la candidatura, es… ¿Puede el PRI volver a ganar la Presidencia de la República?
Respondiendo como encuestador: Si hoy fueran las elecciones presidenciales, definitivamente creo que no. El PRI anda en la lona en el momento actual. Pero como ya lo he dicho en otros casos que no quiero recordar (RMV y sus guajiras aspiraciones)… las elecciones NO son hoy. Faltan dos años aún para ese proceso electoral. Aún pueden pasar demasiadas cosas. Hoy nadie puede ver a Peña Nieto ni al PRI… pero todo puede cambiar.
Hace unos días escuché declaraciones del director de la CFE y del director de PEMEX de que las tarifas de sus servicios (electricidad y gasolinas) se están ajustando hoy, pero que volverán a bajar a finales de este año.
Haciendo una aventurada (y loca, pero en fin) hipótesis: ¿Y si en el PRI y Presidencia diseñan una estrategia para volverse a “ganar” a los electores, bajando precios de servicios públicos, haciendo una limpia de corruptos y tomando medidas populistas el año entrante? Sí, de la misma manera que Gobernadores como Moreno Valle bajan tarifas de servicios, eliminan multas o condonan pagos con tal de ganar elecciones, aunque inmediatamente después vuelvan a abrocharnos a los mensos electores…
¿Podría ganar el PRI otra vez la Presidencia?
¿Y si sí hay una alianza –abierta o soterrada- entre el PRI y el PAN (apoyados por el gobierno norteamericano y grupos financieros de allá y de otros países con muchos intereses en México) para ganarle al peligro llamado Andrés Manuel López Obrador? El PRI y el establishment finalmente conservarían el poder, que creo que es lo que finalmente les importa. ¿Ahí quién sería el candidato (a)? ¿Quién sería el (a) sacrificado (a)?
Sí, el PRI hoy está pelas. Pero hoy NO son las elecciones.
Faltan dos largos y sinuosos años. Van a suceder cosas que jamás nos hubiéramos imaginado. Acuérdense.
¿Y en Puebla qué onda?
Eso, es otra historia… para la próxima columna.