Por: Jesús Manuel Hernández
Hay quien ha mostrado preocupación por saber si es bueno o no que Jorge Estefan Chidiac permanezca en la dirigencia del PRI en un Estado con sabor a Oaxaca. Muchas son las influencias de los vecinos del sureste en los asuntos de la política local, por qué no habrían de serlo también en el ex partidazo tricolor.
También hay quien anda buscándole mangas al chaleco, a través de una sesuda explicación de por qué perdió el PRI, y dicen en su defensa “si tuvo un 0.5 por ciento más de votación que en las anteriores elecciones”.
Los hay, otros, que consideran que su persona sigue siendo un importante activo para el partido y por tanto buscarán nuevamente competir en el 2018.
Par qué darle tantas vueltas al tema de la derrota. Para qué hacerla de pedo, diría Luis Paredes, “si la torta es de jamón”.
En Puebla y en el país todos sabemos por qué Blanca Alcalá no ganó, ella misma lo sabe, su gente lo sabe, lo sabía semanas atrás.
El discurso en el llamado cónclave secreto del PRI poblano, no viene sino a demostrar de qué lado masca la iguana; Jorge Estefan Chidiac es una pieza en el ajedrez de la sucesión presidencial a favor de uno de los precandidatos.
Y si nadie se ha dado cuenta, Luis Videgaray manda en Puebla.
O por lo menos así me lo parece.
