Por Alejandro Mondragón
El Hospital Universitario de Puebla va de mal en peor, rumbo a su privatización, con la complacencia del rector Alfonso Esparza.
Lo cuentan así académicos y personal administrativo del nosocomio:
A los doctores especialistas los están liquidando o cansando, porque sólo les quieren pagar alrededor de 5 mil pesos por jornada completa, incluyendo sábados, domingos, operaciones, etc., y cuando alguno renuncia, no contratan a otro, sino que “ascienden” a un médico general a que cubra la plaza.
Están contratando egresados de especialidades del mismo hospital, sin ningún conocimiento, porque además, el HUP ha perdido esa calidad de nosocomio de concentración donde se veían casos especiales, y los estudiantes NO tienen una buena capacitación, salvo en alguna que otra porque aún existen titulares buenos.
La famosa certificación no vale de nada, más que para presumir, y por eso se están yendo excelentes especialistas que mantuvieron la calidad del HUP en alto.
Hablando del sistema de consultas, se instaló a lo loco, por gente que nada más vendió el programa y que no tenían la mínima idea de lo que era. Hasta ahora, hay días que un médico se tarda más de una hora en tratar de ingresar para poder recetarle al enfermo su medicamento, retrasando todo el proceso y los encargados del área sólo se ríen, eso si los encuentra usted.
En el tiempo que están tratando de obtener la certificación, se han contratado numerosos despachos, entre los que figura el de una licenciada (dicen que de las que “sacan” de administración -tal vez usted sepa esa mafia que existe en la Facultad y el tema con las mujeres “con potencial”-, que no sé el nombre, pero los empleados que ella tiene sólo se la pasan viendo cosas en el internet y pese al pago millonario, no lograron la certificación. Sin embargo, el despacho sigue ahí y sin hacer nada porque han contratado una asesora externa.
El hospital sigue carente de servicios -a los enfermos los bañan, si es que hay, con esponja o a cubetazos, porque no hay gas-, todo lo calientan con resistencias, mismas que representan un peligro latente.
No hay medicamentos, ni jeringas, y ni hablar de algodón.
Ha habido pacientes que se han ido muriendo por una pésima atención, pero todo esto es negado si existe un reclamo.
La atención que antes era si no de buena calidad, lo más humanamente posible ahora es pésima y si se quiere hablar con el “Sr. Director”, el Dr. Briones, él delega sus responsabilidades a la bola de sátrapas que no resuelven nada, aunque tenga como 6 secretarias que engrosan la nómina, pero no resuelven nada.
Hay un Dr. Lobato, con nombramiento Jefe de calidad e innovación, que dicen que es el ungido para quedarse en la dirección cuando Briones se vaya, que tiene más de 6 personas haciéndose tontas, pero eso sí, cobrando sueldo además viáticos y comiendo como puercos encerrados en la oficina.
Y ni hablar del maestro Carrillo, pareja de Jonathan Palacios, corrido como director del Complejo Cultural Universitario, que robó a manos llenas y llevó a la quiebra a muchos proveedores, ya no trabaja ahí, pero salió limpio a pesar de todas las transas que hizo.
Así se pudre la BUAP del inefable rector Esparza.
