27-04-2024 09:39:12 PM

Buitres del presupuesto

Por: Juan Manuel Mecinas

Los buitres sobrevuelan el Estado mientras las tropas recogen los cadáveres de algunos políticos que, al menos momentáneamente, dejaron de ser. No les importa si es de día o es de noche. Es su momento. Su naturaleza les indica que es el tiempo de atacar, de hundir su pico en la carroña.

Aún no se acaba de formalizar la rendición de unos y la victoria de otros, pero ellos ya piensan en su sobrevivencia burocrática o cuasiburocrática. También anhelan una nueva batalla y los muertos que ella arroje. No importa el bando. Para los kamikazes del presupuesto, la vida fuera de él no es un error, sino un sinsentido.

Los hay de todos los colores y en todos los sectores. Los hay empresarios, periodistas, directores de medios, espartanos de los partidos y, obviamente, políticos. Los hay que señalan responsables en sus propios partidos, aunque durante la batalla no hayan movido un dedo para ayudar a sus compañeros. Los hay “independientes”, que son incapaces de reconocer sus yerros y admitir que el concepto no es suficiente cuando su candidata no genera empatía. Los hay del bando vencedor, que creen que el general que ha vencido no es sino un títere del emperador. Los hay mediáticos, que ni son intolerantes ni quieren el cambio, sino que alaban o blasfeman porque su verdadero interés es tener las bolsas llenas.

Los temas cruciales para el Estado son ajenos a su preocupación.

Para ellos, la pobreza es un daño colateral. No les interesan los planes para combatirla.

Para ellos, la pobreza es un dato. Son cuatro millones que no significan más que un cuatro seguido de seis ceros.

Para ellos, la pobreza es un arma electoral. La recuerdan lo justo, porque cuando eran gobierno nada hicieron para erradicarla o porque en los últimos cinco años han sido incapaces de sentar las bases para superarla.

Todos los buitres hablan de ella, aunque en los hechos la ignoran.

Para los carroñeros, la BUAP es un botín.

No les interesa la relación entre la universidad y el Gobierno del Estado. Su supuesta indignación o su ciega alabanza es fachada de su interés real: el convenio de publicidad que pueden tener con la universidad o el control que pueden tener sobre cierta estructura universitaria.

Para los buitres, la universidad no debe ser autónoma, sino redituable económica y políticamente.

Para ellos, la calidad de la educación en la universidad es esencial para los rankings, no para el desarrollo de un Estado o de un país.

Para los buitres, la Universidad no es el eje a partir del cual el Estado puede ser un referente educativo a nivel nacional y mundial. No piensan que la universidad necesita tener más bibliotecas, aulas, profesores, investigadores para atender más alumnos y hacerlo de mejor forma.

Si están en la oposición política, la universidad es comparsa del gobierno. Si están en el gobierno, éste debe controlar a la universidad. Si ya no están en la universidad, la BUAP es una mafia. Si no tienen convenio, la universidad es la cueva de Alí Babá. Si tienen convenio, la universidad no tiene fisuras.

Los buitres no piensan o no saben que los medios son vitales en democracia.
Para ellos, los medios de comunicación son la flecha y el arco con los que apuntan y lanzan ataques contra el gobierno, actores o instituciones.

Para ellos, los medios no son perros guardianes de la democracia, sino perros de caza del presupuesto.
Para ellos, los medios son agencias de publicidad, las columnas son espacios donde colocan trascendidos y los periódicos son espacios donde minusvaloran a la sociedad, porque no la informan, sino la inducen.

Los buitres siempre sobrevuelan los epicentros del desastre. Su olfato los conduce a cualquier animal muerto. Es algo que no se puede evitar.

La respuesta social y de gobierno tendría que contemplar mejores programas, mayor transparencia y menor desigualdad para evitar el desfile de carroñeros. Valdría la pena admitir que, con mayores o menores avances del gobierno actual y de gobiernos anteriores, la situación amerita que los buitres no se beneficien de la batalla.

Tirios y troyanos pueden destrozarse en la guerra, pero un dejo de civilidad debe permitir a ambos bandos enterrar a sus muertos (planear y aspirar a que los poblanos vivan bajo un Estado de Derecho) y que vencedores y vencidos convivan en un mismo lugar, un mismo Estado, una misma ciudad, bajo una guía, que no puede ser otra que la democracia.

Que los buitres dejen de ser gobierno, de ser oposición, de dictar las columnas en los medios, de utilizar las instituciones -desde dentro o desde afuera-, de vivir del presupuesto.
Que los buitres sean desterrados.

Eso necesita y eso merece este Estado.

abajomecinas

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