Por Alejandro Mondragón
El proyecto presidencial morenovallista 2018 navega hoy en la turbulencia con amenaza real de naufragio en un mar repleto de pirañas.
Los datos duros no mienten.
La encuesta hoy del Buró de Estrategias y Análisis del Poder, dirigida por Rodolfo Rivera, revela que el gobernador de Puebla reporta una calificación más baja que el alcalde Antonio Gali en la zona metropolitana.
Lo más grave: 63.2 por ciento de los poblanos desaprueba que el edil morenovallista deje la presidencia municipal para buscar la minigubernatura en 2016.
Hay un rechazo a los políticos chapulines.
Menudo problema para la estrategia del mandatario que los poblanos no quieran que Gali deje la alcaldía para saltar a la mini. El sondeo se levantó dos días después de la aprobación de los candados a las candidaturas independientes en Puebla.
La Ley AntiBronco situó a Moreno Valle como enemigo nacional de la democracia participativa. Nadie lo defendió ante los embates de grupos nacionales.
Anaya, quien le debe la dirigencia del PAN, se sumó a la descalificación hacia la Ley AntiBronco en el estado.
Lo pusieron como autoritario. Nadie dio la cara por el mandatario poblano. Javier Lozano, su senador estrella, de plano se escondió, entre los chiles en nogada de la temporada.
Sus aliados se alejaron de él.
En el PRD, Carlos Navarrete dejó el partido y todo apunta que llegará Agustín Basave, quien ya puso en claro que no es partidario de la alianza PAN-Sol Azteca con Antonio Gali y por acuerdo con Moreno Valle en Puebla para 2016.
Así se lo hizo saber al tuitero Eduardo Cortés @cecortesr en una respuesta en redes sociales.
Luego, los operadores del góber al interior del PRD fueron rebasados. Luis Maldonado es un diputado más, después de que la línea dura perredista se apoderó de la banca legislativa con Francisco Martínez Neri. En tanto, el senador Luis Miguel Barbosa simplemente fue ignorado como interlocutor. Malos augurios con la izquierda.
En el PAN también le pusieron un alto este fin de semana. Sólo le dieron una posición a él y a su vocero Maximiliano Cortázar en el principal órgano de decisión del partido que ahora dirige Ricardo Anaya.
Cuentan consejeros que a la sesión de la comisión permanente, el mandatario no dejó de reprocharle a Anaya que sus enemigos hayan ocupado más posiciones que él que financió su campaña.
Ya le despidió a Marcelo García Almaguer de la secretaría de Comunicación. A Genoveva Huerta le da el avión, pues jamás la incluyó en sus propuestas al órgano más importante de decisión en el PAN.
Este sábado quedó en evidencia que el nuevo alter ego de Anaya se llama Santiago Creel Miranda. Gustavo Madero y Moreno Valle ya son cosa del pasado.
Marko Cortés tampoco era lo que esperaba en la coordinación parlamentaria. Si Anaya no buscara realmente la candidatura panista, entonces pareciera que empieza a construir la opción de Margarita Zavala con Creel a la cabeza.
Y en Puebla, Rafael Micalco obtuvo un tanque de oxigeno para seguir en el PAN, tras la falta de quórum del sábado para sacarlo del partido con la comisión organizadora interna.
Mientras se desataba la presión nacional por la Ley AntiBronco en Puebla, más sucesos influyeron en la agenda de la sucesión presidencial.
Enrique Alfaro empezó a operar para su causa en el 2018. El alcalde de Guadalajara, muy ligado al proyecto Imagina de Fernando Manzanilla, ex secretario general de Gobierno de Puebla, concretó un acuerdo con el corrupto edil de San Pedro Cholula, José Juan Espinosa.
Alfaro es el principal asesor del JJ y además logró que su alfil, Clemente Castañeda, ganara la coordinación parlamentaria de Movimiento Ciudadano, por encima de la Nena Orantes, principal carta del grupo que aún opera Luis Maldonado, a través de Ignacio Alvízar, para un golpe de estado contra el alcahuete de Espinosa: Dante Delgado.
Aquí también perdió el grupo morenovallista que pretendía apoderarse del partido, mediante una madriza política al JJ y caricias a Alvízar.
En Nueva Alianza, Luis Castro ya entregó sus 10 legisladores al grupo parlamentario al PRI. Su jefe político es Miguel Ángel Osorio Chong, quien ya convenció al Panal para no jugar en el 2016 con Moreno Valle.
El grupo Atlacomulco reapareció en escena. Carlos Hank González organizó en Banorte un encuentro con gobernadores ligados a la masonería de la social democracia: Miguel Mancera del DF, Moreno Valle de Puebla, Graco Ramírez de Morelos y Eruviel Ávila del Estado de México. Mediáticamente los placeó como sus cartas para el 2018.
La respuesta no se hizo esperar desde Los Pinos. El presidente Enrique Peña Nieto anunció cambios en el gabinete y amplió su baraja para el 2018. A Luis Videgaray de Hacienda, Miguel Ángel Osorio Chong y Manlio Fabio Beltrones sumó a Aurelio Nuño y José Antonio Meade.
Si bien los ajustes en el gabinete favorecen al poblano en su estrategia de convertir en imprescindible su imagen en Los Pinos, lo cierto es que Peña Nieto le aclara al grupo Atlacomulco que antes de cualquiera de los suyos, tiene cinco cartas competitivas para el 2018.
En el PRI a su principal aliado, Jorge Estefan Chidiac, lo dejaron sin dientes. Quería ser presidente de la poderosa comisión de Presupuesto de la Cámara de Diputados, luego coordinador de la fracción poblana, pero terminó como vicecoordinador priista.
Sus plumas de los medios celebraron, pero que paren su mame. Estefan es uno de los 16 nuevos vicecoordinadores. Con Beltrones había nada más 4, lo que evidencia la irrelevancia de su nuevo encargo.
Los “agentes económicos” que además venden tlacoyos se la cobraron a Jorge.
Remata una semana para el olvido morenovallista que Consulta Mitofsky difundiera que el góber de Puebla ocupa el lugar 13 de 15 en la lista de candidatos presidenciables, lo que confirma tras los sondeos de Reforma que para el poblano llegó la hora del Plan B.
Hasta El Bronco lo sabe: Las alianzas partidistas hallaron su antídoto en las candidaturas ciudadanas.
Los candados a éstas se vuelven votos de castigo.
