Por: Rocío García Olmedo
El proceso de renovación de la dirigencia nacional del PRI y la decisión de inscribirse en esta contienda como precandidato del todavía diputado federal Manlio Fabio Beltrones, a la presidencia del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del Partido Revolucionario Institucional (PRI) pasó a ocupar las primeras planas de los medios de comunicación. Pasó a ser tema de análisis de múltiples académicos y estudiosos de la vida política del país; y a ocupar un espacio importante en las charlas de café durante la última semana. En segundo término quedó el proceso de renovación del PAN, que hasta entonces ocupaba los espacios.
Ello tiene varias lecturas desde mi punto de vista, una fundamental se deriva de que el PRI es el partido que hoy gobierna el país; el PRI, es actualmente el grupo mayor en la Cámara de Diputados, mayoría refrendada en las pasadas elecciones; y justamente por ello la atención se centra ahora en el proceso de renovación del PRI.
Pero fundamentalmente este proceso de renovación adquirió singular importancia también, por la figura del hombre que decidió participar: Manlio Fabio Beltrones, que ha iniciado junto con la diputada electa Carolina Monroy su compañera de fórmula propuesta, encuentros con sectores, organizaciones y priistas para ir unificando a los grupos internos que permita presentar una candidatura de unidad que deberá registrarse en formula en base a la Convocatoria el próximo 17 de agosto y presentar a un partido cohesionado internamente y externamente legitimado.
Este proceso de renovación es sólo el primer escalón de un trayecto que implica un reto nada menor. El próximo año habrá elecciones en doce estados de la República para gobernador, y si bien, en nueve de ellos gobierna el PRI, no podemos dejar de poner atención en la reducción de la votación en los últimos comicios.
Por ello el perfil de un hombre como Manlio Fabio Beltrones, cobra importancia, me tocó observar de cerca su actuación durante los últimos tres años como Coordinador de la bancada priísta en Cámara de Diputados, procesando las reformas estructurales con una gran pulcritud. Hombre inteligente, serio, exigente, disciplinado y experimentado que cuenta con un liderazgo propio, con una probada institucionalidad. Hombre que construye acuerdos y compromisos políticos en el ejercicio del poder.
Esta oportunidad de ser el próximo Presidente del PRI nacional, no sólo tiene que ver con el reconocimiento de propios y extraños a su actuación en la vida política del país; sino como bien se ha comentado es una “reivindicación de la política y de los hombres y mujeres que hacen de ella una virtud que abona acuerdos y posibilidades futuras.”
Por ello considero que su decisión de participar en el proceso de renovación, reivindica a los hombres y mujeres militantes por esa larga carrera partidaria que lo acredita, considero también que su perfil reivindica a la política partidista porque abona a la construcción de acuerdos y justamente es su perfil el que permitirá diseñar esa operación partidaria que se requiere para enfrentar los retos por venir en el PRI.
De ahí su llamado en dos sentidos: A construir con la militancia un PRI, alineado a las transformaciones de la sociedad para incorporar la voz de la diversidad social, evitar el rezago y mantener la capacidad de representación y conducción del cambio social; ser una opción representativa y confiable para todos y todas, mediante la actualización de la agenda política del PRI para mantener un partido vigente. Y, A apoyar el proyecto de transformación nacional del presidente y difundir los resultados de las reformas que se están instrumentando.
Sin duda, el proceso de renovación es un reto y el primer escalón en ese trayecto que hay que seguir. Y el PRI al resolver su proceso de renovación de la dirigencia nacional, una vez más, asume su responsabilidad como partido político nacional y mayoritario para iniciar los trabajos que permitan rescatar la confianza ciudadana en los partidos y en la política. Reto nada menor.
