Por: Jesús Manuel Hernández
Al Partido Revolucionario Institucional en Puebla le esperan tiempos difíciles para conseguir la unidad y el lanzamiento de una candidatura con posibilidades reales de ganarle al morenovallismo.
Y no se trata de adivinar quién es el candidato de Osorio Chong, o de César Camacho o de Aurelio Nuño -si es que tiene- o quién será el de Manlio Fabio Beltrones y Peña Nieto. Esa es la tarea cotidiana del cotilleo de los portales.
La práctica de métodos cuyo uso ha quedado demostrado inoperante; el discurso acartonado, la imagen registrada con meticulosidad en los comunicados; la fotografía del “acercamiento”, que nadie cree, entre los contendientes, y un especie de temor, de miedo por salir a la palestra, serían hasta ahora los factores a vencer en el PRI poblano con miras a su participación en la contienda de 2016.
Salvo el caso de Enrique Dóger Guerrero, que ha asumido la importancia de denunciar, de señalar los errores del gobierno de Moreno Valle y ponerse del lado de las causas sociales; el resto de la caballada parece haber sido cortada con el mismo patrón del PRI derrotado.
Los hay quienes parecen seguir la misma fórmula de Fidel Velásquez “quien se mueve no sale”, cuando el mundo de la Tecnopolítica está invadiendo la mayoría de las estrategias de los partidos políticos en el mundo.
Los mismos errores de hace seis años se cometen por las mismas personas que ya tropezaron con la piedra y ahora regresan al camino andado en lugar de buscar innovar su participación. Una foto con el enemigo no dice nada, menos cuando esa foto circula en los medios tradicionales que nadie ve, que nadie lee; una entrevista transmitida en programas de radio que nadie escucha o nadie cree, sigue siendo la pauta de los asesores en comunicación. Una repetición de errores sin fin. Una especie de batalla con señales de humo cuando el morenovallismo usa comunicación satelital.
Y esta interminable lista de equívocos no pasa por las manos del PRI poblano, es simplemente el cúmulo de errores de quienes han querido seguir haciendo la política como si jugaran al dominó, como si Ruiz Cortines siguiera dando señales en la mesa del juego.
Sin duda Beltrones tiene intereses e interés en Puebla, la llegada de Isabel Allende fue una muestra, la cercanía con algunos grupos políticos pronostica que habrá rectificación, el problema radica en las “figuras”, esas que no acaban de entender que el discurso ha cambiado, que el elector es otro y que los poblanos ya no se chupan el dedo.
