El gobernador de Puebla presumió que muchos poblanos salieron de la pobreza extrema de acuerdo a las cifras del CONEVAL. Las fanfarrias morenovallistas se han visto secundadas con iguales cifras alegres del subsecretario de desarrollo social, Juan Carlos Lastriri, que considera este “avance” como un éxito del gobierno federal.
El gobernador y el subsecretario brindan por los “éxitos”, cuando en realidad la noticia revela inoperancia de políticas y programas sociales. Cierto, se ha reducido el número de poblanos en extrema pobreza, pero no el número de poblanos en pobreza que, por el contrario, ha aumentado. El gobernador y el subsecretario brindan, a su modo, por un juego perverso en el que 68 mil personas dejaron de ser pobres en extremo y ahora hay 80 mil nuevos pobres (sin adjetivos)
El gobernador y el secretario olvidan mencionar que las mismas cifras muestran Estados como Jalisco, Nuevo León y Queretaro donde disminuyó la pobreza extrema y la pobreza (a secas), tanto en términos absolutos como porcentuales. Eso quiere decir que, por lo que toca a Puebla, las cifras son dignas de gobiernos mediocres y programas sociales que sirven para ganar votos, pero no para ganar la lucha contra la pobreza; gobiernos que se conforman con un paraguas roto cuando la tormenta de la pobreza azota al país desde hace tiempo.
En medio de ello, la desigualdad es causa y reflejo de la pobreza. Preocupa el incremento de ingresos en el decil mas alto, cuando precisamente una de las causas de la pobreza y de la pobreza extrema en Puebla es la ausencia de ingresos dignos en los deciles bajos de la pirámide social y económica poblana. El mayor problema es que el ingreso y las grandes ganancias que generan cifras macroeconómicas importantes en la entidad no tienen repercusión en quiénes ya sufren por encontrarse en la parte baja de la pirámide social y económica del país y del Estado, que resultan ser dos de cada tres poblanos (64.5%, misma cifra que en 2012).
El gobernador y Lastriri celebran porque solo quieren leer la cifra que les conviene y evitan mirar el cuadro completo que muestra una panorama adverso por partida doble: la pobreza no cede y la desigualdad crece.
Algunas conclusiones son evidentes:
El boom económico del morenovallismo ha beneficiado a pocos y esos pocos son los que de por sí eran ricos.
El número de pobres no ha descendido en términos porcentuales.
Dos de cada tres poblanos siguen siendo pobres.
Que algunos ya no sean pobres extremos es una buena noticia, pero cabe precisar que solo lo han dejado de ser en extremo y ahora son pobres a secas.
Los programas sociales, con inversiones históricas (según los gobernantes), han arrojado más pobres en términos absolutos y no ha podido disminuir la pobreza en términos porcentuales.
El gobierno estatal y el federal bailan bajo la lluvia con un paraguas roto.
Y dicen que no se mojan.
Su miopía les impide ver la tormenta que no deja de caer.