Es decir, únicamente recuerda lo que le conviene.
Parece haber olvidado cómo se ha beneficiado políticamente de su cercanía con el morenovalllismo, al que hoy fustiga.
Su mera llegada a la dirigencia se dio gracias a una burda imposición operada desde Casa Puebla.
Los diputados incondicionales al poder aprobaron en el 2012, en menos de 4 horas, modificaciones al Código de Instituciones y Procesos Electorales del Estado, que le impedía al entonces presidente del CDE blanquiazul, Juan Carlos Mondragón, hacer uso de sus facultades y considerar su reelección al cargo para enfrentar el proceso electoral del año siguiente.
Para cerrar la pinza, diputados, alcaldes y demás liderazgos de Acción Nacional – un total de 100- cobijados por el manto protector del ejecutivo, firmaron un durísimo desplegado publicado en medios nacionales en donde se manifestaban en contra de la reelección de Mondragón.
Las cosas se complicaron a tal grado que el CEN blanquiazul decidió conformar una comisión “tripartita”, supuestamente representativa de todos los grupos involucrados y darle forma a la convocatoria que normaría el proceso de renovación de la dirigencia.
Al final, dicha comisión sirvió únicamente para validar el dedazo.
La maniobra que llevó a Micalco a llevar las riendas del partido en el estado no puede considerarse como consecuencia de un proceso democrático, al contrario.
En ese entonces, lejos de quejarse por la falta de democracia interna y por la intromisión del grupo en el poder en la toma de decisiones partidistas, guardó un silencio cómplice y aplaudió el entreguismo del PAN al gobierno estatal.
Penoso.
En ese entonces criticaba con todo a otros militantes como Ana Teresa Aranda, Humberto Aguilar Coronado o Miguel Ángel Mantilla, quienes pedían públicamente que imperara la democracia en el partido y que el proceso de selección de candidatos fuera representativo de la militancia.
Hoy, son sus aliados coyunturales.
Olvida también cómo pasó por encima del panismo dogmático que se oponía a llevar a Rafael Moreno Valle como candidato a la gubernatura.
Es más, él, personalmente, cabildeó con los indecisos y amarró apoyos que resultaron fundamentales para inclinar la balanza.
Previo a la campaña 2010, le abrió la puerta a los operadores del hoy gobernador quienes fueron poco a poco desplazando y sustituyendo a la estructura del partido hasta anularla casi por completo.
Eso sí, por cada apoyo dado al morenovallismo recibió su puntual y jugosa recompensa.
¿Hoy se queja de intromisión?
¡¡NO mamar!!
Aquí se aplica aquella máxima, ya clásica, de que “el que las hace no las consiente”.
La amnesia selectiva, o convenenciera, ha afectado también a personajes como Ana Teresa Aranda o Eduardo Rivera.
¿Ya no se acuerdan lo que decían de Micalco después del caso de la Ley Mondragón?
¿Y hasta hace muy poco, cuando la luna de miel del hoy rebelde con el grupo en el poder iba viento en popa?
Podría, si me lo permiten y en aras de la congruencia, dedicar otra entrega para reproducir apenas algunas de las frases que le dedicaron en varias mesas que tuvimos la oportunidad de compartir.
Hay mucha tela de donde cortar.
¿Se acuerdan?