Pero Fox y Calderón insistieron en controlar a su partido conforme al estilo autoritario del PRI, lo que se refleja en el número de presidentes del Comité Ejecutivo Nacional que tuvo el PAN durante los dos sexenios panistas.
La realidad los alcanzó muy pronto y sus derrotas electorales así lo demuestran: perdieron la presidencia, han sido incapaces de crecer en Michoacán, perdieron Jalisco, el Distrito Federal es territorio que no se atreven a enfrentar con imaginación, en Veracruz son una sucursal del PRI, Puebla lo gobiernan de membrete y Nuevo León lo tienen perdido desde hace un par de sexenios y no parece que lo vayan a recuperar.
La mala noticia para el sistema político mexicano es que el debilitamiento de Acción Nacional se ve reflejado en beneficios pírricos para algunos grupos al interior del PAN y, sobre todo, para el PRI, que le tiene tomada la medida a Acción Nacional en materia de negociaciones y nombramientos. Una razón puede encontrarse en que una buena parte del PAN es dominado por expriistas (sobre todo en ideología), quienes lideran al partido con la marca de la casa: el pragmatismo (basta ver su lista de candidatos a diputados plurinominales para corroborarlo). En otras palabras: el PAN de Madero no tiene nada que ver con el de Gómez Morín ni con el del Castillo Peraza. El de ahora es un PAN con tufo a priismo y pragmatismo, justo en el momento en que la república necesita un poco de coherencia y guía, no de una visión de negocio y beneficios de grupo.
Los panistas tendrían que preguntarse si con Moreno Valle o con Madero tendrán la oportunidad de implantar una agenda de Estado que destruya las prácticas de corrupción que afectan al país. La respuesta no es sencilla. El gobernador poblano parece tener una agenda demasiado centrada en la seguridad y poco enfilada hacia aspectos sensible que tocan de manera insistente la puerta de una clase política mexicana sorda y ciega: salud, educación, vivienda. Moreno Valle está más preocupado por construir puentes y segundos pisos, que por lograr acuerdos en los temas cruciales. Impone, que no propone.
Si Moreno Valle parece alejado de los temas trascendentales, Gustavo Madero no parece tener agenda alguna. Es la ambición del poder por el poder. No se recuerda propuesta legislativa propia que identifique a Madero con algún tema importante y las reformas y nombramientos que ha apoyado como Presidente del PAN no merecen resaltarse y suelen ser celebrados en la casa de enfrente, en el PRI, como logros de la administración de Peña Nieto.
El panismo tendría que estar preocupado porque Felipe Calderón está en campaña. Eso no demuestra la popularidad de Calderón, sino la falta de personajes de peso en el PAN. Tener que recurrir al ex-presidente para hacer campaña demuestra una falta de estructura importante y en el error llevan la penitencia: ganarán elecciones, pero mientras no fortalezcan a su institución, la ciudadanía seguirá alejándose del partido que un día llegó al poder con legitimidad y que muy pronto la perdió.