Los partidos de izquierda alcanzarán más de un 25% de la votación y la gran noticia sería que pudieran alcanzar más del 33%, con lo que obligarían al gobierno y al PAN a incluirlos en toda negociación importante.
Dos
La aparición de Morena es una buena noticia: por segunda vez en los últimos veinte años, la izquierda (en su conjunto) puede ser la primera fuerza en la Cámara de Diputados, siempre y cuando logre arrebatarle votos al PRI. Para ello, el PRD y el partido de López Obrador deben dejar de lado el mito de que la muerte de uno significa la supervivencia del otro. Se equivocan quienes piensan que el enemigo de Morena es el PRD y viceversa: el adversario de ambos es y será el PRI, porque el ánimo (dizque) socialdemócrata que le imprimió Beatriz Paredes al partidazo los daña con mayor severidad que las pugnas entre ellos. En otras palabras: el PRI es el beneficiario de los votos que la izquierda deja en el camino.
Tres
Quien mira como una catástrofe que MORENA o el PRD no alcancen el 20% de votación –cada uno por su cuenta– olvida que el partido en el gobierno aspira al 30% del total de votos. La premisa es clara: se trata de una elección que arrojará tres tercios en que se dividen las preferencias electorales: el PRI-Verde, el PAN y las izquierdas. Visto así, el 15% ó 18% del PRD no es tragedia frente al 28% ó 30% del PRI.
Cuatro
Lo trascendente será saber qué harán el PRD, PT, MC y Morena con los diputados que logren colocar en San Lázaro. Si su apuesta es por el entreguismo que ha caracterizado al PRD en los últimos dos años, da lo mismo que se tengan 100 ó 150 diputados. Si logran hilvanar un discurso de oposición coherente y progresista, los pocos o muchos que logren ser diputados jugarán un rol importante en la próxima legislatura.
Cinco
Saber cuál es el peso real de Morena será vital de cara a 2018, ya que permitirá entender cuánto se puede/debe distanciar de López Obrador. Ello implica un reto mayúsculo: del liderazgo carismático del tabasqueño depende una buena cantidad de sus votos, pero de su distanciamiento depende su futuro. Morena depende más de su estructura que de López Obrador, pero el tiempo que tarde en entenderlo es tiempo perdido. Si Morena logra “matar al padre” puede aspirar a ser el “Podemos” mexicano. Mientras no deje atrás a López Obrador, no dejará de ser el partido que sirva a sus aspiraciones, pero no el que revolucione la política mexicana.
Seis
El escenario de una votación baja no es nuevo para el PRD (sus históricos de votación en elecciones intermedias rondan el 15%), pero su gran riesgo no es el 2015, sino el 2018 y elecciones posteriores. El PRD parece aislado, sin rumbo y entregado al poder. El partido del sol azteca contradice su discurso de cambio con sus acciones entreguistas, ahora capitalizadas por los partidos que antes eran sus aliados (PT, MC y Morena). Si quiere mantener el gobierno de la Ciudad de México y aspira a gobernar el país, debe dejar de lado el coqueteo con el PRI, por más que quiera mostrarlo como una voluntad de diálogo y construcción democrática. Los Chuchos son los Peña Nieto de la izquierda: son los únicos “que no entienden que no entienden”.
Siete
La izquierda (y en especial el PRD) debe entender que un “NO” es también una posición democrática legítima, siempre que encuentre razones para ello. No llegar a un acuerdo es más democrático que participar en una negociación o un convenio que contradiga sus principios y no tenga beneficios para la ciudadanía.
En su capacidad de mantener una postura coherente y acorde con sus principios radica la clave de la izquierda mexicana y su futuro inmediato como una oposición digna. La división de la izquierda no tendría que angustiar; sus acciones ejerciendo el gobierno -desde la Cámara de Diputados- deberían ser su principal preocupación, porque la izquierda construida durante los últimos veinte años es esperanzadora si se mira la Ciudad de México, pero es muy parecida al PRI si se analiza su rol en el Pacto por México.