Ciertamente casi a nadie sorprendió, bueno, sí, a los panistas que aún creen en Moreno Valle, incluso a Rafael Micalco quien no acaba de comprender cómo es que ningún afiliado al blanquiazul tiene la capacidad para ser tomado en cuenta como político de profesión para encabezar la posición política más importante del gabinete.
El gobernador de Puebla es un especialista en dividir a los grupos políticos. Lo hizo con el marinismo en campaña, lo repitió con los perredistas y panistas en el ejercicio del gobierno y ahora en Movimiento Ciudadano y el PRI por supuesto. El caso de Fernando Morales se suma al del hijo de otro ex gobernador, Mariano Piña Olaya, Juan Pablo revestido de panista.
“Divide ut regnes” (divide y reina) o “Divide et impera” (Divide y gobierna) o “Divide y Vencerás”, frases latinas atribuidas lo mismo a Filipo de Macedonia, Julio César o Luis XI de Francia, aunque de origen matemático y por tanto de babilonia, son consignas bien acendradas en el estilo del poblano gobernador.
¿Cuál es el mensaje, cuál la lectura de integrar al hijo del ex gobernador Morales Flores a la operación formal del gobierno en temas de política?
¿Acaso ofertar un puente de plata a Peña Nieto para demostrarle que con su candidatura a la Presidencia no estarán descobijados los priístas pues su gobierno buscaría integrar a todas las ideologías?
¿No sería acaso esta la forma más pública de decirle a la clase política que Moreno Valle quiere ser realmente plural?
O será más bien que Moreno Valle no pudo meter a Fernando Morales en la diputación, desde donde operaría a su favor y con ello provoca una división entre los priístas de Puebla con miras no sólo a la elección federal próxima sino a la selección de candidatos para el 2016.
Bien o mal, según se le vea Fernando Morales es un activo de una parte del priísmo, del melquiadismo, de “Los Morales”, como se les diría antes.
Y por qué no, incluso de esa corriente un poco descobijada los últimos meses, la de Manlio Fabio Beltrones, el gran amigo del flamante subsecretario de Gobernación de Puebla.
Mientras tanto los panistas incómodos, no saben cómo reaccionar ante las preguntas de sus seguidores, ¿cómo un priísta en ese cargo, acaso no hay panistas?
Pues, por lo visto no hay, ni habrá, dirían. A Rafael Micalco, el gobernador ni lo ve, ni lo oye, ni le habla, y prepara todo para su relevo con Pablo Rodríguez Regordosa en la mira, para seguir cumpliendo con el acuerdo, por que finalmente el poder es para ejercerse, ¿o no?
