Ni en las peores épocas de injerencia gubernamental con el triunvirato impuesto por el entonces gobernador Mariano Piña Olaya (Juvencio Monroy, Vázquez Valdés y Jean Pandal) hubo tanta abyección universitaria.
La detención de jóvenes de la BUAP durante la gira del presidente Enrique Peña Nieto fue la gota que derramó el vaso, pues los alumnos tomaron la plaza y ahora piden acabar con la sumisión hacia Moreno Valle.
El rector presume que por los abogados de la BUAP salieron los chavos aprehendidos, pero la alumna Kimberly García le responde en su cuenta de Facebook que es mentira. Lo acusa de haberse deslindado y permitir que la sociedad y otros presionaran para que los dejaran en libertad.
Otros universitarios ayer usaron pancartas con leyendas: Esparza no eres mi rector.
Se avergüenzan de él y su administración. Y ejercen el control porque el rectorado usa el dinero público para imponer.
El desprestigio de lo que representa Alfonso Esparza es evidente. Quizá eso en realidad quiera el gobierno de Moreno Valle: deshacerse de las sobras de la BUAP de Enrique Agüera.
El riesgo es que el malestar universitario se le salga de las manos y al rato se exija como en el pasado la gubernatura a Moreno Valle.
A Esparza lo empujan para que algún universitario salga golpeado o herido por la policía. En ese camino está, nadie lo puede remediar.
¿Y EL EX?
Mientras tanto, en un mundo paralelo, el creador de Esparza Rector, Enrique Agüera anda en la venta de sus universidades y propiedades que dejó en Puebla, pero a la par cierra una etapa de su vida personal.
Su hija se casó el pasado sábado. Fiel a su estilo, organizó una lujosa ceremonia en el Casino Español de la Ciudad de México.
El ex rector puede darse esa vida gracias al dinero de los universitarios y la impunidad con la que goza.
Esparza terminará como él. Solo, pero impune.
