Solo para recordar, Marcela Lagarde es una de las académicas feministas más reconocidas de México. Etnóloga y doctora en Antropología, encabezó cuando fue diputada federal, una amplia investigación sobre los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez, que luego extendió a todo el territorio mexicano, a Guatemala y a España, con un enfoque analítico-social, cultural y político. Justamente ella profundizó en los estudios de Diana Ruseel y Jill Radford sobre Femicidio y acuñó el concepto de Feminicidio como “el conjunto de hechos violentos, misóginos contra las mujeres que implican la violación de sus derechos humanos, atentan contra su seguridad y ponen en riesgo su vida; culmina en la muerte violenta de algunas mujeres”
Marcela comenta que en el caso de asesinatos de mujeres se habían hecho muchos estudios desde el enfoque de la criminalística, pero muy poco desde análisis social. Y al buscar las causas encontraron que en las regiones donde hay crímenes contra mujeres hay otras formas de violencia contra las mujeres que están presentes en la vida social, de forma constante, tolerada socialmente y por las autoridades, que crean un clima de impunidad. De manera que hay una relación muy importante entre formas de violencia de género aceptadas por la sociedad y los crímenes de mujeres.
Incluso que sus estudios reflejan que muchas mujeres denuncian un clima violento contra ellas, y las autoridades no responden, quedando las mujeres en mayor riesgo y en muchos de los casos proclives a ser asesinadas.
Y abunda Marcela Lagarde: En México hay un clima de enorme violencia, sobre todo delictiva. Hay ajusticiamientos por parte del crimen organizado en muchas ciudades del país, hay una problemática grave de violencia en la que las víctimas son hombres asesinados por hombres. Pero si se pregunta a las autoridades sobre feminicidios, la respuesta es “Pero qué importa si es menor la cantidad de mujeres asesinadas que la de hombres”. Entonces hay que explicarles que no sólo se trata de números, que la mayor parte de esas mujeres y esas niñas muertas eran mujeres de paz, es decir, no estaban involucradas en hechos delictivos, no estaban haciendo cosas fuera de la ley, eran mujeres comunes y corrientes, jóvenes, estudiantes muchas de ellas, comerciantes otras, trabajadoras pobres, obreras, niñitas en edad escolar y también ancianas muy aisladas en sus casas, hay una gama de edades de las víctimas, de clases sociales, de regiones del país donde esto ha sucedido.
Y encontró algunas constantes: Que las mujeres son asesinadas por hombres comunes, la mayor parte conocidos de las víctimas, parientes, esposos, novios, ex esposos, padres, hermanos, vecinos, amistades familiares, o compañeros de trabajo o escuela, o desconocidos.
Otra constante: la actuación inadecuada de las autoridades. Hay una gran impunidad en todos los delitos cometidos contra las mujeres. El machismo y la misoginia instalados en las instituciones hacen que las autoridades desvaloricen la problemática, y no le den importancia.
Que es un problema de convivencia de género, que la discriminación contra las mujeres prevalece en nuestros países y va acompañada por una gran desvalorización de las mujeres, se hacen chistes y comentarios sobre la incapacidad de las mujeres, luego se toman algunas mujeres para burlarse de ellas, y con eso se alimenta la misoginia contra todas. Pero no es sólo la misoginia, sino el lugar de colocación de las mujeres en la sociedad lo que se junta con la misoginia y hace que las mujeres estén en riesgo de recibir violencia. Incluso se acepta que haya un grado de violencia conyugal. Se habla de los pleitos conyugales, como que “se pelearon” se dice, pero no se analiza que hay una desigualdad entre quienes se pelearon, que hay una relación de género, que hay un poder. A los hombres además se les permite ser violentos, en rangos y grados distintos. Las masculinidades prevalecientes todavía están cargadas de violencia. En todo este cuadro complejo de convivencia entre los géneros es donde se gesta la violencia sobre todo de hombres contra mujeres. También confirma: la mayor parte de los crímenes son cometidos por hombres.
Y nos recuerda la existencia de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, que tiene a las mujeres como sujetos de la ley y que armoniza instrumentos internacionales, para enfrentar todas las violencias de género contra las mujeres incluyendo los crímenes violentos. Pero que si no se atacan las causas y todas las modalidades y tipos de violencias, es absurdo empezar por los crímenes visibles y famosos. Y otorga al Estado la responsabilidad de garantizar la seguridad y la vida de las mujeres, cosa que antes no estaba dicho específicamente en ninguna ley. Y fundamentalmente que esta ley, pone énfasis en la prevención de la violencia y que tiene que ver: primero, con eliminar la desigualdad entre mujeres y hombres; segundo, lograr la incorporación de las mujeres que están excluidas, marginadas, que no tienen acceso a la educación, al trabajo, a la salud, a esos mínimos de desarrollo para lograr que las mujeres estemos en mucho mejores condiciones incluso para defendernos, para exigir nuestros derechos, para no asumir que cualquiera puede maltratarnos y eso esté bien. (Carvajal Mariana, 2007)
Por ello, la violencia contra las mujeres en cualquiera de sus formas, ha sido declarada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como un problema de salud que se ha convertido, en una auténtica epidemia que debe detenerse, y ello nos incumbe a todas y todos.
Y poner fin a la violencia contra las mujeres supone contar con estrategias efectivas de prevención, la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer en 2013, amplió las soluciones que debían llevarse a cabo: Contar con mejores servicios para las sobrevivientes de violencia. Debe haber líneas telefónicas de asistencia, refugios, consejo legal, acceso a la justicia, asesoramiento, protección policial y servicios sanitarios que puedan utilizarse sin miedo a la estigmatización o discriminación. Contar con índices de denuncia más precisos, una mejor recopilación de datos y un análisis más riguroso sobre los factores de riesgo y prevalencia. Y requiere fundamentalmente de hacer visible que justamente esta problemática tiene como causa principal la desigualdad de género y la condición inferior de las mujeres en todos los ámbitos de la vida, ya que tanto en el plano económico como en el político, las mujeres siguen estando marginadas o en situación de desventaja. (Phumzile Mlambo-Ngcuka, 2014)
Como vemos, del análisis de Marcela Lagarde se desprenden muchos elementos de respuesta que implican una gran tarea, a la que estamos llamados todos y todas. De nada sirve contar con leyes si no las conocemos, si su aplicación y cumplimiento no son los adecuados. Los índices de denuncia de casos de violencia siguen siendo bajos y la impunidad de los agresores siguen a la alza. Necesitamos familias, comunidades y naciones en las que se valore a las mujeres y los hombres de forma equitativa, donde las mujeres podamos participar plenamente, porque el conjunto de hechos violentos, misóginos contra nosotras las mujeres implican la violación de nuestros derechos humanos, atentan contra nuestra seguridad, ponen en riesgo nuestras vidas y culminan cada vez más, en la muerte violenta de algunas mujeres.
Si no lo hacemos nosotros y nosotras ¿Quién? Si no lo hacemos ahora ¿Cuándo?
Fuente: Carvajal Mariana (2007) Entrevista: Un Análisis con enfoque social sobre la violencia contra las mujeres en América Latina. El Feminicidio, sus causas y significados.
Phumzile Miambo-Ngcuka, (2014) Directora Ejecutivo ONU Mujeres, Mensaje: Se puede y se debe poner fin a la violencia contra las mujeres. Noviembre, 2014.