El gobierno de Puebla se justifica de la detención de 5 habitantes de Chalchihuapan inculpados en los enfrentamientos con policías, y aumenta seis detenciones de los cuerpos policíacos, amonestaciones, multas y algunos despidos, todo en medio de una mofa oficial a la sociedad civil.
El gobierno de Puebla se burla no sólo de los poblanos, también del medio alternativo para la solución de conflictos, y lo peor, deja en completa indefinición la responsabilidad de un asesinato y la ineficiencia de investigación de la Procuraduría de Justicia.
¿Quién protege a la sociedad? es lo menos que uno puede preguntarse.
¿Quién está al mando del Estado?
¿Quién está violentando leyes para justificar el fin?
Chivos expiatorios han aparecido, pero los responsables, los que protestaron defender la Constitución, se lavan las manos en aras de la aplicación de recomendaciones a su entender, bajo su óptica.
Unos granos de arena más al complicado escenario poblano nada tranquilo, nada transparente, contaminado de corrupción en altas esferas y a gran escala.
¡Cómo resuena el discurso de Fernando Fernández Font en su informe al frente de la Ibero Puebla!
No queda menos que pensar que las acciones del gobernador son al límite de las emociones, donde la adrenalina fluye para satisfacción de quien camina en el filo de la navaja.
Las cosas no están bien en el país, hay brotes, hay subversión, pero en Puebla parecen no enterarse de las condiciones sociopolíticas de la nación y las torpes decisiones aportan más elementos para calentar los ánimos de los ofendidos, de los pobres, de los no contemplados en el macropoyecto morenovallista, de aquellos que siempre, según su dicho “se oponen a todo”.
¿Acaso Moreno Valle está conscientemente tentando a la izquierda revolucionaria?