Para comprender la tensión mundial que se vive actualmente en la frontera de Rusia con Ucrania se debe recapitular el escenario mundial para tener presentes los elementos que podrían detonar lo que para muchos podría ser la Tercera Guerra Mundial.
Cuatro son las superpotencias que conjuntan arsenal bélico de última generación y riqueza económica: China, Estados Unidos, Alemania y Rusia.
Las cuatro superpotencias han delimitado muy claramente sus áreas de influencia y territorios prácticamente de exclusividad – los alemanes le llamaron lebensraum o espacio vital-. Así podemos ver que aunque Estados Unidos interviene en conflictos y asuntos de todo el planeta, pero es en América, bajo la Doctrina Monroe: “América para los americanos”, donde hace y deshace a su antojo, por supuesto exceptuando al territorio canadiense.
En las últimas décadas Alemania recobró el liderazgo que le llevó a colocarse como el hermano mayor europeo y como la tabla de salvación de economías en apuros, entre ellas principalmente: España, Portugal y Grecia. En pocas palabras Alemania es el líder de la eurozona.
La República Popular China, a través del comercio, ha penetrado prácticamente todas las latitudes del planeta. Actualmente no hay economía nacional que no refleje cómo los chinos están desnivelando la balanza comercial a su favor, con una receta de penetración de mercancías de baja calidad y raquítico precio. China ha establecido un férreo control y dominio sobre sus vecinos inmediatos en Asia Central.
Rusia fue el motor y principal beneficiario de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) disuelta en 1991. La unión de repúblicas que tenían por común denominador la ideología de carácter comunista se convirtió con el paso del tiempo en el cobijo ruso. Una vez disuelta la URSS, Rusia mantuvo bajo su tutelaje y dependencia energética y económica a las nacientes naciones independientes.
Como se puede ver, los países circunvecinos a las cuatro superpotencias no sólo han sido aliados incondicionales, sino que se han convertido en una especie de aduana natural para beneficio de la seguridad de su homólogo mayor.
En gran medida, la aparente estabilidad en la que entró la paz mundial posterior a la Guerra Fría se debió al respeto del acuerdo no escrito entre superpotencias de no incidir, invadir, penetrar o apropiarse de las zonas de influencia de las otras.
En este tenor de las áreas de “exclusividad” debe entenderse la actitud intervencionista asumida por los sectores conservadores de los Estados Unidos, frente a los gobiernos latinoamericanos que han marcado su distancia con el Tío Sam.
Cuando un gobierno de las áreas de “exclusividad” no sigue al pie de la letra la política del imperio, entonces es visto como posible punto para la infiltración ideológica y política de otra superpotencia.
Es el caso de los últimos sucesos en Ucrania ante la lógica rusa. Los medios de comunicación rusos o afines a ellos, en las últimas semanas presentaron una serie de videos (bit.ly/MZ9MzL) en los cuales sostienen que las víctimas de las manifestaciones ciudadanas que provocaron la caída del ex presidenteVíktor Yanukóvich, fueron provocadas desde sus propias filas, es decir, según los rusos la crisis en Ucrania fue provocada por cierto sector pro europeo.
En el contexto de las áreas de “exclusividad” debe entenderse que los rusos consideren los sucesos en Ucrania como una inmersión europea (léase norteamericana) en su patio trasero; provocación que no pueden dejar pasar de largo.
Lamentablemente en el contexto de las áreas de “exclusividad” los ciudadanos no contamos, tampoco los derechos humanos ni la soberanía. Todo es cuestión de geopolítica… todo es cuestión de poder.