Desde hace cerca de 8 meses, los focos rojos se encendieron al revisar las cifras que demuestran un crecimiento exponencial en la comisión de delitos de alto impacto social como el secuestro y en diversos hechos de violencia en donde se ha visto la mano de grupos relacionados con la delincuencia organizada.
El tema no está fácil.
Por más minimización en el discurso oficial, al gobernador de Puebla su principal pesadilla se le empieza a convertir en una contundente realidad.
Los hechos crudos, reales y concretos dejan sin efecto la engañosa retórica y la preocupación empieza a ser endémica en los círculos sociales más altos del estado, en donde el mandatario estatal goza de elevados niveles de popularidad y confianza.
Un ejemplo claro de lo anterior son los saldos que dejó en el exclusivo Fraccionamiento La Vista la captura del famoso “Pelacas”.
Los habitantes de este lugar, tradicionalmente “blindado” de la complicada situación que se vive en materia de seguridad pública en la capital, se sintieron vulnerados al saber que habían convivido por casi dos años con uno de los secuestradores más buscados del país.
Peor cuando descubrieron que, más que una guarida, la casa de “El Pelacas” era en realidad un auténtico centro de operaciones.
No abonó en nada tampoco el posterior secuestro y asesinato de la subdelegada Norte del IMSS en Puebla Adriana Janette Campos Díaz a manos de una célula del grupo delictivo de Los Zetas.
Si esto le pasa a un funcionario de buen nivel de la administración pública federal, ¿qué podemos esperar los ciudadanos comunes y corrientes?
Además, este hecho se da en un momento en donde en el gobierno del estado existe una auténtica obsesión de quedar bien con el presidente Peña Nieto y a pocos días de que se celebre en Puebla la reunión de la Conferencia Nacional de Gobernadores.
El panorama en el corto plazo luce complicado.
El hecho de que el Secretario de Seguridad Pública estatal haya impuesto la colocación de cerca de 120 agentes federales en las corporaciones de policiacas de varios ayuntamientos, generará muchos más problemas de los que pretende resolver.
Se trata de personajes que llegan bajo la lógica del “chambismo”, con un desconocimiento absoluto de la realidad delincuencial del estado en general y de los municipios en donde van a trabajar, que no tendrán autonomía e independencia para idear y operar la estrategia de combate a la delincuencia en estas comunidades y sobre todo, llegan con una agenda y compromisos propios.
Peor imposible.
