28-03-2024 03:30:46 PM

Participó FCFM-BUAP en diseño del observatorio espacial más grande del mundo

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Académicos y estudiantes de la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas (FCFM) de la BUAP participan en el desarrollo de la astronomía a través de colaboraciones en proyectos internacionales de investigación, como la instalación en Argentina del Pierre Auger, el observatorio más grande del mundo que logra detectar los rayos cósmicos que impactan a la Tierra.

carolino01Sobre la inclusión de la BUAP en este proyecto, Óscar Martínez Bravo, Catedrático de la FCFM, indicó que “la Universidad se involucró en el desarrollo del Observatorio Pierre Auger proponiendo parte del diseño de su instalación, la cual tiene tres mil kilómetros cuadrados, algo así como cuatro veces el tamaño de la Ciudad de México. Se inauguró formalmente en 2008 y aún sigue operando”.

Martínez Bravo, quien además es el responsable en la Institución del Programa Espacial Universitario, señaló que ésta y otras contribuciones, como el desarrollo de parte de la instrumentación de los nanosatélites Tatyana I y Tatyana II, han sido en colaboración con el sector científico de otras naciones e instituciones, como la Universidad Estatal de Moscú en Rusia y la Universidad de las Mujeres Ewha, de Corea.

El Investigador comentó que este proyecto internacional reunió el trabajo de más de 500 científicos de 18 países y nació de la necesidad de detectar la Física de Rayos Cósmicos de Alta Energía; “desde finales de los ochenta se dieron cuenta de que se necesitaban construir observatorios extremadamente grandes”.

Explicó que debido a que estos fenómenos son extremadamente raros (se registra un rayo por kilometro de superficie terrestre cada doscientos años), desde su descubrimiento en 1954 los científicos sólo habían podido registrar catorce eventos. “Con tres mil kilómetros de extensión, desde la instalación del Observatorio Pierre Auger, se han podido estudiar doscientos eventos, algo así como quince rayos por año”, indicó Martínez Bravo.

Sin embargo, comentó, “esto no es suficiente, se necesitaba conocer más detalles sobre el fenómeno de los rayos, pero iniciar la construcción de un observatorio más grande sería prácticamente imposible debido a cuestiones técnicas, de logística y costos, por lo que se tuvo que pensar en otras alternativas”.

Los nanosatélites Tatyna I, en un primer momento, y Tatyana II, surgen por esa necesidad. Los científicos requerían determinar más claramente los atributos de estos fenómenos astronómicos y estos instrumentos lo hacían posible: “en lugar de esperar a que lleguen los rayos cósmicos, se pensó en un satélite para poder poner a la Tierra como blanco y con ello cubrir grandes áreas de un solo golpe”.

Sobre la vinculación de la BUAP en el Programa Espacial Universitario, conformado desde el 2004 por varios centros de educación e investigación científica del mundo, Martínez Bravo señaló que la Máxima Casa de Estudios de Puebla se ha involucrado en otros proyectos y sigue trabajando en el desarrollo tecnológico para la investigación astronómica”.

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