Si como se espera, esta semana el ejecutivo federal enviará la iniciativa de reforma energética, que se supone sería un elemento básico para impulsar la inversión y la producción no sólo en ese sector sino en varios sectores industriales más que están vinculados, directa o indirectamente, con el petróleo y otros energéticos.
El pasado 15 julio en este mismo espacio hablé sobre la “Economía en crisis”, en el que afirmaba que el gobierno federal debe acelerar la ejecución del presupuesto que ha estado detenido durante la primera parte del año, además de aplicar una serie de medidas para apuntalar el mercado interno.
Si la reforma energética (que no lleve a la privatización total del sector), así como la hacendaria son aprobadas en este año, es factible que para 2014 empiece una franca recuperación del país. Es decir se alentarían las inversiones, la producción, se generarían empleos y podrían incrementarse las exportaciones.
Este 2013 ya no mejorará en los resultados económico-sociales; en tanto que para 2014 las proyecciones pueden ser mucho más favorables en todos los sentidos, aunque no será un cambio radical.
Infinidad de veces se ha señalado que México no puede estar a expensas del avance económico que tenga su vecino del norte: Estados Unidos, las consecuencias de ello están plasmadas en la historia.
Los recursos y el potencial con los que cuenta México están ahí, todo depende de cómo se exploten, de la capacidad “administrativa” del gobierno, es decir de la política pública que ponga en marcha para impulsar ese crecimiento que demandan los millones de habitantes.
No puede seguirse en la tónica de un ridículo crecimiento que apenas llega al 2.3 por ciento por año.
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