Sin consultar a productores, sin considerar que el encarecimiento está en la cadena de comercialización no en el campo, y sin evaluar cuáles productos escasean realmente el gobierno ha optado por eliminar aranceles o ampliar las cuotas para la importación de alimentos.
El gobierno maneja los aranceles de productos agropecuarios igual que si fueran refrigeradores o zapatos, cuando el comportamiento y necesidades del agro son totalmente diferentes a las de la industria.
Tal es el caso de limón. México es el principal productor y consumidor en el mundo de este cítrico, pese a que se registra la plaga del ‘dragón amarillo’ la cosecha es suficiente para atender la demanda.
Según los productores la arpilla de 20 kilos está a 80 pesos, aún así desde hace varias semanas la ofrecen por debajo de ese precio, aunque al consumidor final llega cinco o seis veces más caro.
Situación similar se registra con el tomate, cuyo cultivo fue afectado por las heladas en los primeros meses del año. México es el principal exportador en el mundo, pero se dice que está garantizado el abasto en territorio nacional.
En cualquiera de los casos la entrada de producto extranjero no bajará el costo para los consumidores, y la producción nacional será relegada, con el pretexto que de que es mejor el foráneo.
Es sabido que tradicionalmente entre enero y mayo es baja la cosecha de limón (no sólo es en este año), de ahí que el precio del cítrico aumente en estos meses.
Así que con todo y la importación, la oferta de ambos productos se regularizará hasta dentro de tres o cuatro meses.
De todos modos no hay una atención adecuada al campo mexicano, los precios se mantienen al alza, y los únicos que ganan son los importadores, los grandes comercializados e incluso la industria de alimentos que procesan los productos del campo.
Desde hace casi dos décadas el sector agropecuario mexicano es el “comodín” en los acuerdos comerciales, situación que se ha agudizado desde que se registró la “crisis de granos” en 2007.
El gobierno opta por abrir las fronteras bajo el supuesto que así se abatirán los precios; pero está visto que ello no ocurre, por el contrario se mantienen al alza y la producción nacional es relegada.
No hay respaldo para diversificar e incrementar los cultivos, y sólo se mantienen programas asistencialistas, pero los productores y sus tierras continúan relegados.
Situación similar en ciertos rubros del sector pecuario; si bien es cierto que resultaron afectadas las granjas por la gripe aviar, también lo es que la importación de huevo no se pudo concretar, y que el pollo que se importa se dice es a precios dumping, aún así su precio es elevado para el consumidor final.
También los productores de cerdo enfrentan una competencia desleal por parte de los estadounidenses.
México está libre enfermedades en cerdo, tiene capacidad de producción, pero el gobierno permite el ingreso de 1 millón 300 mil toneladas de carne y subproductos de puerco, que desplazan el producto nacional.
En México se consume más pierna y espaldilla, y en el país del norte prefieren el lomo, costilla y tocino.
Pero EU restringe la entrada de producto mexicano, mientras que aquí colocan el 87 por ciento de sus exportaciones de carne de cerdo.
Es compleja la situación del sector agropecuario mexicano.
Por una parte está la falta de tecnología, problemas de tierra, costos, capacitación y organización de los productores; por otra parte está la acción del gobierno que abre las puertas de par en par a los productos extranjeros.
Hace tiempo que la soberanía alimentaria fue vulnerada en México, y de seguir ese actuar gubernamental se tornará crítico el abasto para los millones de habitantes.
Al parecer todo lo aquí señalado no fue considerado en la pretendida “cruzada contra el hambre”, porque con elevados precios, bajos salarios y un campo sin apoyo, aún no se entiende cómo se logrará alimentar a los más de 50 millones de mexicanos que viven en niveles de pobreza y evitar que se les sumen otros más.
El campo no puede tratarse en los mismos términos que la industria, así que debe abordarse de forma integral.