La pregunta es si esas estrategias realmente les funcionarán o… por el contrario, resultarán contraproducentes y hartarán al ciudadano que apenas está saliendo de una fastidiosa campaña federal llena de proselitismo y ahora ya ve las principales arterias viales de la Ciudad infestadas con la cara de los inquietos precandidatos poblanos.
Créanme: Como estudioso de la opinión pública en el ámbito electoral, he observado decenas y decenas de campañas en muchos Estados y algunos otros países en los últimos veinte años. Entiendo que un político se sienta inquieto porque no es muy conocido y sus geniales asesores le recomiendan abrirse paso en el posicionamiento (conocimiento simple de la gente) con eventos, fundaciones fantasma, juegos de palabras con su nombre y últimamente, con anuncios espectaculares con su nombre y fotografía en la portada de alguna revista, para evadir la ley electoral que impone prohibiciones (en Puebla y todos lados) para promover específicamente a un personaje.
Y en esta observación, me he percatado que la estrategia no siempre funciona y, en serio, a veces resulta contraproducente: Los ciudadanos saben a la perfección que el político o funcionario está buscando ser candidato y aspira a que lo conozcan. Y eso ya no cae bien en la mayoría de personas. Lo hemos medido y re-medido.
Claro –reitero- los genios asesores insisten en el tema porque no pocos de ellos hacen un buen negocio con el asunto de los anuncios o las revistas: casi siempre son los mismos dueños o socios de la empresa que hace lonas, etc. Y si al mismo tiempo contratan a una empresa encuestadora (patitona) que también les da su mochada, pues negocio redondo: le juran y perjuran al precandidato que “ya está subiendo” en el conocimiento y confianza de la gente.
Y los suspirantes siguen cayendo en el garlito.
Lo malo viene después, cuando no ganan la candidatura o lo peor, no ganan la elección constitucional. Porque la gente no vota por el que es más conocido, ese es el mito más grande de una campaña electoral.
El conocimiento es importante sí, pero si éste no va seguido de profundidad en los conceptos positivos que generan confianza en el precandidato o candidato, el ciudadano, simplemente, no vota por él. Es más, lo rechaza y en ocasiones opera en su mente un sentimiento de rechazo o “voto de castigo” al personaje que insiste en dar una imagen falsa en la portada de alguna revista.
Ya lo he dicho varias veces aquí mismo: Últimamente, un buen número de ciudadanos razona más su voto por el desprecio que siente por algún político y sufraga en contra de él, que a favor del otro. Pero siguen sin entenderlo los políticos que son funcionarios de gobierno y que un día inventan ser candidatos.
Ahora bien, los mentados espectaculares en Puebla creo que han gastado su eficacia. Recuerdo que en 2010 la capital se vio inundada con los anuncios disfrazados de la campaña proselitista de Mario Montero, quien usando su apellido –el mismo de su padre, decano de los comunicadores en Puebla- exponía el famoso Récord Guiness ganado por el conocido conductor radiofónico. Y luego también –otra genialidad de sus asesores que jamás midieron- usó el nombre de una camioneta de la marca Mitsubishi –la Montero- para seguir “posicionando” su nombre. De nada sirvieron las genialidades: Ganó la postulación priista, pero perdió la elección.
Así que ya saben lo que opino de las espectaculares –feítos por cierto- de Fernando Manzanilla de promoción de una revista. Lo mismo está haciendo ya Antonio Gali Fayad, quien también ahora usa la publicidad de otra revista, de una Papelería (“Tony… Va con todo” con un sospechoso fondo azul panista) y de su propio vástago (“Tony Gali” con letras inmensas y muy chiquita la leyenda “Diputado”). Muy pronto –casi lo puedo asegurar- veremos los de Jorge Aguilar Chedraui en oootra portada revista o usando su conocido segundo apellido. De Amy Camacho, no se si utilice algo que tenga que ver con su famoso Zoológico.
Vaya, por referirme a los famosos “cuatro fantásticos”, que andan desesperados porque la gente los ubique. Lo que sí sería interesante es saber cuánto se están gastando en la mentada estrategia y de dónde sale el dinerito.
El caso es que estamos metidos en una insufrible pero espectacular precampaña de la precampaña.
A ver si no nos hartan…
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