Si esto fuera del todo cierto, las tiendas de autoservicio que proliferan en múltiples ciudades -que afectan a las tortillerías- no habrían subido el costo en las últimas semanas en casi un peso, y eso que tienen controlado el abasto del maíz.
La incapacidad de la SE para evitar el abuso en este producto en particular, ahora busca una excusa con la falta de tortillerías.
Apenas en diciembre pasado el titular de la SE, Bruno Ferrari dijo que no se toleraría ningún abuso por parte de quienes venden tortilla, tampoco permitiría un aumento en el precio. En la práctica ocurrió todo lo contrario, al menos en Puebla el kilo ahora se vende entre 10.15 hasta los 11 pesos. En las tiendas de autoservicio el kilo cuesta 8.30 cuando hace poco más de un mes costaba unos 7.0 pesos el kilo.
Si bien es cierto que a nivel mundial en 2007 se dio el alza en todos los granos, también lo es que la escalada en México de un producto básico como la tortilla ha rebasado todas las variaciones previsibles.
Desde hace 12 años el gobierno federal eliminó el subsidio a la tortilla, con el argumento de que al abrirse el mercado se fomentaría la competencia entre productores y con ello se reduciría el precio del producto.
En la práctica, ya lo sabemos, ocurrió todo lo contrario.
Sin aplicar subsidio a la tortilla, la SE ha pretendido manejar “apoyos” para la modernización de los establecimientos y la instalación de otros más, con ello generar competencia.
Esto no ha dado resultados, pues el precio no baja sino por el contrario va al alza.
La oferta del maíz, según el gobierno, federal está garantizada, claro con mayores importaciones; en tanto que el cultivo a nivel nacional va a la baja, apenas si se levantan en el país menos de 10 millones de toneladas,
Al tiempo que hay presiones por reducir aun más el área cultivada de maíz; no son pocos los empresarios que presionan para cambiar las zonas de cultivo por trigo o sorgo o cualquier otro producto que no sea el tradicional grano.
Mientras que los grandes corporativos procesadores de alimentos, incluidos los fabricantes de tortillas, acaparan el grano blanco, lo que altera tanto el abasto y, en consecuencia, el precio del mismo.
Lo anterior resulta favorable para que las tiendas de autoservicio ofrezcan este producto aunque ahora con una diferencia de sólo tres pesos frente a las tortillerías tradicionales.
La proliferación de estas tiendas también ha impactado a los establecimientos tradicionales, los cuales se ven obligados a bajar la cortina, no importa si éstos últimos reducen o no el precio de la tortilla, al final se genera una concentración de consumidores en un solo negocio y no hay quien le haga competencia.
En contraparte, los salarios de los trabajadores se han mantenido bajo un control simulado, pues la mayoría de las revisiones salariales difícilmente rebasan el 4.5 por ciento; y los salarios mínimos apenas si han subido un peso cada año.
Aunque en términos reales en Puebla ha sido negativa el alza de los salarios en -0.69
Es claro que no existe ninguna acción gubernamental real y efectiva para contener (no tanto controlar) el precio de la tortilla, lo que sí ocurre con lo salarios, y tampoco se actúa para propiciar una competencia real.
